Cada etapa en la historia de la humanidad ha requerido distintos tipos de líderes. En buena parte de ella, han sido los líderes militares los agentes de cambio (como Alejandro Magno, Carlomagno y Winston Churchill); pero también los ha habido espirituales (como Jesucristo, Mahoma y Buda), intelectuales (como Aristóteles y Friederich Nietzche) y empresariales o tecnológicos (como Henry Ford, Steve Jobs y John D. Rockefeller).
En el siglo XXI -época que muchos expertos consideran como “postmoderna”-, los líderes que requieren tanto los países como las organizaciones son los éticos. Aquellos que inspiran a la gente a actuar correctamente y obtener resultados extraordinarios. Son los dirigentes que guían con el ejemplo y logran conseguir tanto la confianza como el compromiso de sus seguidores.
En este estilo de liderazgo, las cualidades que antes considerábamos esenciales para el líder, como el poder de persuasión, la seguridad en uno mismo y el carisma, han quedado atrás. Un verdadero líder actual no es el que tiene una gran sonrisa o el que refleja una posición de poder sólo con su presencia; sino aquel que sabe inspirar a los demás mediante sus propias acciones.
Hoy más que nunca, las empresas necesitan (y están en una búsqueda constante) de este tipo de managers y gerentes que, ante todo, consideran el aspecto humano e intelectual de sus trabajadores, respetando su dignidad y potenciando sus habilidades. ¿Por qué? Porque sus equipos de trabajo son mucho más efectivos y leales, por lo que también están más motivados a lograr los objetivos de las compañías.
Ser y buscar un líder ético
Como emprendedor o dirigente de un negocio, tu meta en cuanto a liderazgo debe ser desarrollar tu sentido ético. Se trata de cultivar valores como la honestidad y la humildad, y de entender que cada persona que sumes a tu equipo trabajará contigo, no para ti. Un líder ético no considera logros personales, sino los grupales; no quiere sobresalir, sino que busca que los triunfos sean el resultado del trabajo colaborativo de todos los miembros.
¿Cómo empezar a ser un líder ético?
El primer paso está en contratar a las personas correctas. En este punto, la recomendación está en elegir a los candidatos no por su experiencia y conocimientos, sino por sus valores y pasión. Toma en cuenta que, con una capacitación y la práctica, una persona puede obtener prácticamente cualquier aptitud; sin embargo, es imposible enseñarle a sentir emoción por su trabajo y mucho menos aún, a comportarse como un ser humano de bien. Un profesionista puede crearse en unos meses o unos cuantos años; una persona tarda toda una vida en formarse.
Ahora bien, teniendo al equipo correcto (al cual podrás evaluar por sus actitudes y comportamientos) procura siempre motivarlo. ¿Quieres que tus colaboradores sean puntuales? Empieza tú llegando temprano a la oficina. ¿Quieres que sean productivos? Mantente enfocado en tus tareas. ¿Quieres que sean honestos? Admite tus errores y promueve la “cultura de la equivocación”. ¿Quieres que sean creativos? Haz que compartan sus ideas. No hay mejor escuela que el ejemplo. Y tu papel como líder es, principalmente, inspirar a los demás a ser mejores trabajadores y, finalmente, mejores personas.
Asimismo, un líder ético es aquel que atiende personalmente a cada uno de sus colaboradores, preocupándose por ellos, y entregando retroalimentación oportuna. Es también alguien cortés y respetuoso. Saluda todos los días a tu equipo, reconoce sus aciertos y corrige errores en el momento, para así evitar confusiones y malentendidos. Sus palabras más poderosas son: “buenos días”, “gracias” y “perdón”.
Probablemente, uno de los aspectos más difíciles para un líder ético es el momento de despedir a los empleados. A nadie le gusta dar esta clase de noticias, y menos aún si existe un vínculo afectivo con la persona. No obstante, es algo que todo directivo tiene que hacer en algún momento de su carrera.
Para hacerlo de la mejor manera posible:
1) Sé sincero: No trates de suavizar las cosas; el empleado agradecerá que le digas las cosas como son y
2) Siempre queda en buenos términos. De nada sirven los resentimientos.
Es clave que para despedir a alguien consideres su actitud. Si en tu equipo cuentas con alguien que es brillante y hace de manera sobresaliente su trabajo, pero que tiene comportamientos agresivos e insulta a sus compañeros, lo mejor es dejarlo ir. Conservar a alguien tóxico en tu plantilla puede generar daños irreparables para tu empresa.
Un líder ético es justo y recompensa correctamente a sus seguidores. No tiene favoritismos, ni se deja llevar por aspectos físicos como el dinero y las adulaciones. Además, es alguien que está preocupado por el desarrollo de su equipo, por lo que les brinda oportunidades para mejorar su salud, cultivar relaciones afectivas (cumpliendo con los horarios establecidos y favoreciendo la diversión en la oficina) y aumentar sus conocimientos y aptitudes, por medio de capacitaciones y clases.
Si tu compañía está en crecimiento y necesitas designar gente en puestos directivos, fíjate antes que nada en que sean buenas personas. Esto te garantizará no sólo que su equipo trabaje con motivación y que disminuya la rotación de personal, sino también que entregue un servicio excelente a los clientes. Recuerda que toda empresa es reflejo de su gente y que, por tanto, para tener una gran empresa necesitas tener grandes personas.
Fuente: www.soyentrepreneur.com / Por Belén Gómez Pereira
Publicado por: TuDecides.com.mx
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