Definitivamente la palabra “innovación” se ha instalado en la mente de los directivos de América Latina. “Innovar” e “innovación” son dos términos que no pueden faltar en todo plan estratégico de una empresa que aspire no solo a sobrevivir y generar beneficios en el tiempo, sino a crecer y expandirse.
El término está de moda. Por ese motivo no resultó llamativo que en una encuesta realizada entre directivos y empresarios latinoamericanos, antiguos alumnos de IE BUSINESS SCHOOL, el 91% afirmara que su empresa debía innovar, a nivel técnico, de management o de formación de sus mandos y trabajadores, para garantizar su supervivencia en cinco años. Algo positivo ya que, en unos tiempos de bonanza y con la economía regional creciendo fuertemente, cabría la posibilidad de que los empresarios se relajaran ante un entorno económico favorable y no fueran conscientes de que si bien la situación actual es buena, el crecimiento a largo plazo sólo se garantiza con innovación continua.
Sin embargo, no todo es tan positivo como pareciera. Los directivos de la región consideran la innovación como clave. Pero, ¿Qué tanto se apoya y se concreta? Aquí las cifras comienzan a no ser tan positivas. Según la encuesta, únicamente el 55% de las empresas valoran los esfuerzos y proyectos de innovación. Es decir, a pesar de existir un consenso en el mundo empresarial de la necesidad de innovación, sólo un poco más de la mitad considera que las empresas incentivan de forma concreta las acciones encaminadas a la misma.
Y aún menos, el 31% de las empresas a nivel regional, tienen dentro de la organización una persona o departamento encargado de fomentar, gestionar e impulsar proyectos de innovación en algún aspecto. México supera levemente el promedio de América Latina, al mostrar que 34% de las compañías de l país cuentan con esta área. ¿De qué sirve estar de acuerdo en que la innovación no sólo es positiva, sino totalmente necesaria, para que una organización empresarial prospere, si luego no se llevan a cabo acciones concretas para fomentar y concretar la misma?
La buena noticia es que la innovación ya está en la mente de los directivos de América Latina y de México. La mala es que aún quedan pasos por dar en la dirección de convertir esta idea en estructuras y formas de trabajo que, con recursos específicos, incentiven la innovación en los procesos concretos de la empresa. El beneficio de hoy procede del trabajo pasado, pero los beneficios futuros dependerán de las innovaciones que las empresas sepan fomentar en el presente.
Apple genera la mayor parte de sus beneficios hoy con productos que hace una década no existían. Y Nokia, en su día una compañía papelera, pasó a ser el mayor fabricante de móviles gracias a la innovación. En América Latina también hay casos de éxito, como la chilena Falabella, la constructora mexicana ICA o la peruana AJE Group.
Se viven momentos brillantes en la economía regional, pero por esto mismo, es el momento de dedicar recursos a buscar formas de innovar que consoliden el creciente peso de las empresas latinoamericanas en el mundo y garanticen su futuro y crecimiento más allá, incluso, de la región.
Fuente: www.altonivel.com.mx / Escrito por: Fernando Fontes, director de la IE Business School América Latina
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