En esta época, y más que nunca, el tema de la comunicación se ha vuelto un fenómeno, una revolución social… ha cambiado la forma y el tiempo en cómo las personas se relacionan e interactúan unas con otras.
De la misma manera, la comunicación es de vital importancia en temas políticos y empresariales, por mencionar sólo algunos campos; su evolución es permanente y pieza clave en las empresas para alcanzar los objetivos de imagen, promoción, publicidad y mercadotecnia que se usan para consolidar ventas.
Sin embargo, para alcanzar los objetivos de esta comunicación integral, muchas veces se descuida lo más elemental: la comunicación interna. Si bien son muchos los públicos que se pretenden alcanzar a través de diferentes estrategias de comunicación, publicidad y relaciones públicas, con frecuencia se deja de lado el más importante y que es por mucho sobre el que deberían descansar el resto de las estrategias: el público interno, los trabajadores.
Estrategia en los mensajes
En muchos casos las empresas dedican el 100% de su plan de comunicación a pensar, elaborar y ejecutar sus estrategias de relaciones públicas, publicidad, mercadotecnia y promoción, sin pensar en un solo momento que su principal difusor del mensaje, el pilar sobre el que descansa o debería descansar la estrategia, es el empleado. Él es un vocero real y espontáneo que al salir de trabajar comunica a sus seres cercanos, la realidad de las cosas en la empresa para la cual labora y que colabora para crear una percepción pública de la misma.
Por eso es que toda estrategia debe empezar por mandar los mejores mensajes a los trabajadores a través de diferentes herramientas de comunicación; pero más importante aún, haciéndolo sentir que su trabajo es importante para que la organización alcance esas metas y objetivos de los que habla todo el tiempo.
Un punto que las empresas no ven es que si bien las campañas de promoción o publicidad tienen un alcance masivo, al final del día es una campaña que se suma a las miles que nacen todos los días, entre empresas competidoras y no competidoras. Pero un comentario negativo de nuestro producto o empresa de uno de nuestros empleados, es una comunicación con mayor veracidad y credibilidad que ninguna otra y con un potencial de difusión ni siquiera imaginado.
Si bien esto al final del día no infiere directamente en términos de ventas o estrategias de comercialización, sí puede llegar a convertirse en esa “piedra en el zapato” capaz de impedir que las empresas alcancen los resultados esperados.
¿Por qué no mostrar nuestras campañas al resto de las personas que no participaron en ellas? ¿Por qué no difundir nuestros mensajes clave primero entre aquella comunidad que participa día a día en la construcción y operación de la propia marca? ¿Por qué no crear un auténtico sentido de pertenencia entre quienes laboran en una organización y se convertirán invariablemente en sus embajadores? Y ¿por qué no escuchar sus demandas e inquietudes para lograr un mejor desempeño?
En este caso, aplicaría la frase de antaño que dicta que hay que evitar a toda costa “ser farol de la calle y oscuridad de la casa”.
Los resultados serán sin duda mejores si se maneja un mensaje constante y congruente desde el interior para que luego alcance a las audiencias externas.
La comunicación hacia los empleados debe ser cotidiana, mensajes claves que sean asimilados y puedan ser transmitidos hacia el exterior. Suena sencillo pero no siempre lo es… No se trata tan sólo de posicionar el mensaje, porque esto no se logra si el mismo no va sustentado con acciones que contribuyan a la satisfacción de los colaboradores. Pero si esto se consigue, tendrán el cimiento más sólido para empezar a planear con éxito otro tipo de campañas de comunicación.
Fuente: www.mundoejecutivo.com.mx / ENRIQUE JUÁREZ-Experto en Relaciones Públicas @EnriqueJuarezC
Publicado por: TuDecides.com.mx
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