El siglo XXI es conocido como “el siglo asiático”, debido al emergente poder de diferentes naciones que conforman este continente, siendo el caso más claro el de China. Conocer sobre qué depara el futuro de éste país es clave para comprender los grandes sucesos que tendrán lugar a lo largo del siglo, y la importancia que tendrá para México.
Es claro que este éxito no podría entenderse sin su política industrial, de tipo horizontal, y que se ha desarrollado a través de tres ejes: transferencia de tecnología por medio de IED; desarrollo de su capacidad de absorción tecnológica; y promoción de una estructura dual industrial (sus zonas económicas estratégicas como tractores para el desarrollo del resto del país). Este enfoque horizontal lo encontramos en la manera de generar sus encadenamientos y de lograr que la tecnología y el conocimiento se transfieran a su industria local, poniendo a China a la vanguardia tecnológica en sectores estratégicos.
El potencial chino es indiscutible y nosotros no hemos sabido aprovecharlo; ello, a pesar de que establecimos relaciones económicas desde hace décadas. En efecto la Primera Misión Empresarial a la R.P. China data de 1980. En la misma participaron representantes y líderes del sector privado de Concamin, Concanaco, Canacintra y banqueros entre otros, encabezados por el CEMAI, ahora COMCE, y se firmó el primer documento de cooperación entre los dos países.
En ese entonces, los vínculos comerciales eran de 164 millones de dólares en su valor del comercio (96 millones dólares en exportaciones y 68 millones de dólares en importaciones), pero hoy en día las cifras comerciales representan 62,656 millones dólares (5,720 millones dólares en exportaciones y 56,936 millones de dólares en importaciones), ello significa que de cada dólar que le vendemos a China, le compramos diez. Otro dato interesante es que la nación asiática es, fuera del TLCAN, el segundo país con el que mayor comercio tenemos.
No obstante, es de destacar que esta situación también se presenta para los Estados Unidos. Los chinos son el segundo vendedor de nuestro principal socio comercial. Ello es resultado del impresionante impulso que ha registrado el comercio de aquel país, sobre todo a partir de su incorporación a la OMC. China nos ha ganado tanto terreno que, para fines prácticos, se puede considerar como el cuarto integrante del TLCAN.
En términos económicos, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, China será la primera economía mundial en 2017, donde su PIB representará el 18.26 % del producto mundial, y el de Estados Unidos el 17.9 %. Cabe recordar que apenas en el año 2000, el PIB chino representaba el 7.1 % del mundial mientras que el de los Estados Unidos, el 23.5 %.
Socio de negocio
Otro signo claro del desbalance que existe entre China y México, se encuentra en la desproporción en el tema de inversiones de China en América Latina. Los flujos de capital asiáticos se han concentrado principalmente en Brasil, mientras que en el periodo 2000-2011 la inversión acumulada hacia los sudamericanos fue de 14,614 millones de dólares los que representa el 56.2 % del total invertido en América Latina. A México, en el mismo periodo, sólo se destinaron 131 millones.
Ahora bien, es importante analizar la naturaleza de la IED proveniente de China ya que el 87% es realizada por el sector público destinándose en su mayoría a proyectos relacionados con la proveeduría de materia prima y energía, lo que es congruente con la política gubernamental de allegarse de los insumos necesarios para el crecimiento industrial; el resto proviene del sector privado.
Es importante en este contexto, que las relaciones económicas entre China y México se busque nivelar la balanza comercial. Como están ahora las cosas, se ve poco factible, por lo que es necesario compensar los déficits con inversiones productivas privadas que den mayor capacidad de oferta a México. Asimismo, se debe provocar una mayor participación en inversiones en infraestructura que generen un mayor contenido nacional y nuevos encadenamientos con capacidad exportadora hacia el país asiático.
Un tema estratégico para nuestro país a futuro consiste entonces en construir una adecuada cooperación con China, en cuya ecuación deben participar los Estados Unidos de Norteamérica, considerando que este país se constituye en uno de los más fuertes competidores en el Mercado Americano. La reciente visita del presidente Xi Jinping tiene que ser la punta de lanza de una relación estratégica con visión de futuro, que involucre formas de asociación para participar en empresas conjuntas.
De esta manera, nos encaminamos a un proyecto de Cooperación Económica Ampliada, no debemos pensar en un TLC, pero si en incorporar además de aspectos comerciales, programas de inversión, financiamiento, transferencia de tecnología y sobre todo vincular una política de apoyo mutuo, para crear cadenas de abastecimiento y proveeduría en pro de nuestra competitividad interna y no solamente de sectores específicos. Aquí las pequeñas y medianas empresas jugarán un papel muy importante.
Sin embargo, no debemos soslayar que un componente más importante es el factor político, las decisiones no sólo de invertir, en dónde y cuanto, sino de las propias transacciones comerciales, qué comprar y a quién, son tomadas desde la esfera del sector público chino. Ello implica que las negociaciones están sujetas no a factores económicos del ámbito empresarial, sino a factores políticos ampliamente sensibles. El caso de la restricción de importar carne de puerco mexicano, por el incidente del Dalai Lama, o más recientemente, la decisión de dejar de comprar vinos a Europa, en represalia de una medida arancelaria sobre paneles solares, son manifiesto ejemplo del poder de negociación chino.
Debemos primeramente atender los temas de política donde ha habido desencuentros económicos y políticos. Lo anterior, sin duda es un medio para derribar el paradigma de ver a China como competidor y no como socio estratégico, con beneficios mutuos.
Es importante actuar con visión de largo plazo, un error de cálculo nos pondría en serios problemas. Sin duda es una prioridad de seguridad nacional.
Fuente: www.mundoejecutivo.com.mx Por: JULIO MILLÁNPresidente de Consultores Internacionales
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