Lucerna, Suiza, 27 de noviembre – El ejército suizo es famoso por inventar la navaja de bolsillo, proporcionar guardias al papa y por no marchar en contra de un enemigo desde 1798.
A finales del año pasado, el ejército empezó a promover entre las empresas un curso de administración de cuatro días. Por una cuota de 1,245 dólares, los ejecutivos aprenden habilidades de toma de decisiones y liderazgo que les imparten oficiales del ejército ataviados con uniforme de camuflaje, en una base militar cercana al pintoresco Lago Lucerna.
“Es más barato que ir a Harvard”, dijo el general de división Ulrich Zwygart, quien comenzó a promover el programa, hace aproximadamente un año. “Lo que aquí se aprende de toma de decisiones y estrategia también es importante en una situación de adquisición empresarial”.
De hecho, el curso de “Transferencia de Liderazgo” se parece más a un episodio del programa de televisión Survivor. Ejecutivos de empresas como Siemens viven en un bunker militar, seleccionado por el ejército para su atmósfera de supervivencia y por no contar con cobertura de telefonía celular. A los reclutas se les dan casos a resolver, con base en situaciones militares históricas. Mientras buscan las respuestas, trabajan durante casi 36 horas sin dormir mucho. Sin embargo, se les permite ingerir refrescos y comer chocolates suizos, que forman parte de las raciones oficiales del ejército helvético, para permanecer despiertos.
Los dos instructores de tiempo completo del curso son oficiales de l’Armée Suisse, que en su mayoría está formado por reservistas. En un momento dado, l’Esercito Svizzero tiene cerca de 140,000 soldados en activo. Aunque ha participado en misiones de pacificación, como en los Balcanes, el Schweizer Armee no ha participado en combate desde las Guerras Napoleónicas. Un escuadrón de la Guardia Suiza, ataviado con armaduras y cascos adornados con plumas rojas, aún hace guardia en el Vaticano. Este gesto data del año de 1506, cuando el Papa Julio II contrató a mercenarios suizos.
A pesar de no necesitar muchos soldados, el país ha mantenido su política histórica de conscripción obligatoria. Por lo general, todos los ciudadanos suizos asisten a un curso de capacitación básico de 18 semanas al *****plir 18 años, así como a cursos de actualización más adelante. Durante las décadas de 1970 y 1980, el ejército fue un popular centro de relaciones sociales. Muchos aspirantes a banqueros fueron dirigidos a esta escuela de capacitación para oficiales.
Pero desde finales de la década de 1980, el ejército ha tenido que trabajar más para demostrar su relevancia. Una asociación activista, el Grupo por una Suiza sin Ejército, ayudó a realizar un referendo en 1989, orientado a eliminar al ejército, idea que obtuvo el apoyo de 35% de los electores. De manera más reciente, la agrupación ha luchado en contra del presupuesto de 1,250 millones de dólares propuesto para dotar de equipo nuevo a las fuerzas armadas.
“Nos parece particularmente censurable tener una de las mayores campañas rearmamentistas de los últimos años, sin saber para qué sirve el ejército”, dice la página electrónica de este grupo.
En respuesta, el ejército está tomando medidas para ponerse más a tono con los jóvenes suizos actuales. Empezó a permitir que los soldados varones usaran el cabello largo en una cola de caballo. Y como una forma de demostrar que su régimen de capacitación se aplica al mundo civil y a la vida corporativa, el ejército se promueve como un laboratorio educativo para ejecutivos.
El general Zwygart, director de la Formation Supérieure des Cadres de l’Armée, pasó gran parte del año pasado seleccionando ejecutivos de alto nivel de empresas suizas, como Swiss Life y UBS. Además de cuestionarlos sobre sus necesidades de capacitación, quería saber por qué más empresas no incitan a sus empleados a tomar entrenamiento militar para oficiales. (Respuesta: se necesita pasar mucho tiempo lejos del trabajo civil.) Con base en esas conversaciones, el ejército empezó a conformar su curso de cuatro días.
Stefan Wesenauer, gerente de Siemens, el gigante alemán de la ingeniería, dijo “la metodología no está mal, pero no se puede aplicar de manera directa a la vida diaria en el trabajo”. Añadió: “Sería mejor tomar el curso con el equipo de trabajo. Así, uno podría saber más de su propio personal”.
por Edward Taylor
Sentido Común
Traducido por Luis Cedillo
Editado por Juan Carlos Jolly
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