30 de mayo – Elizabeth Gray no llegaba a ningún lado con su esposo en una cuestión específica de paternidad.Admiradora permanente de los padres que tienen el tipo de control al que está acostumbrada en la oficina, optó al final de cuentas por recurrir a una estrategia muy práctica en el trabajo: redactar un contrato.
“Soy gerente de proyecto”, dijo, “así que lo manejé como tal”.
El objetivo del documento era poner sobre papel los acuerdos a los que había llegado la pareja sobre una fuente de sus fuentes de fricción. Ella valoraba que sus hijos ayudaran con las tareas domésticas en tanto que su marido, que se quedaba en casa, era más tolerante.
Así, el documento trató de eliminar esa distancia, incluyendo los “considerandos”, que especificaban que la consistencia es importante como padres y que los niños recibirían la misma respuesta de ambos. Podría citar al pie de la letra el contrato de dos páginas, luego que lo negociaron en julio, pero ella lo rompió en un arranque de frustración, cuando sintió que su esposo transgredió el acuerdo en diciembre.
“Fue un vil fracaso”, dijo.
Este uno de esos errores que se cometen con facilidad cuando desaparece la línea que divide al trabajo de la familia: pensar que la experiencia y las prácticas que funcionan bien para obtener resultados y obtener influencia en el trabajo lo harán igual de bien en casa. No es necesario tener demasiada influencia en la oficina para reconocer que se tiene menos en casa.
“No sólo no tengo autoridad alguna”, dijo Leonard Clapp, un técnico de laboratorio retirado y aficionado a las ciencias, “pero mi esposa, que padece algo de insomnio, se duerme tan pronto como empiezo a hablar sobre los temas que me parecen importantes”.
“No sólo disminuye la autoridad”, agregó Bob Hoffman, un director de operaciones. “Cambia todo el sistema económico, del capitalismo en el trabajo al comunismo en casa”. Si existieran las mediciones para la familia como en los negocios, “se mediría la felicidad familiar bruta, y la mía no cuenta más que la de cualquier otra persona. . . y quizá mucho menos”.La vida familiar moldea más al trabajo que al revés. Esto va más allá de la jactancia de que una empresa es una gran y feliz familia. El hogar perfecciona algunas habilidades, como alimentar el desarrollo, y virtudes, como la paciencia. Es fácil delegar una vez que se ha aprendido a permitir que un niño que apenas empieza a caminar se pase 23 minutos poniéndole mantequilla a un pan tostado sin la abrumadora urgencia de intervenir.
Un estudio revela que los empleados valoran más a los jefes que tienen dependientes económicos que a los que no tienen a nadie. Quizá esto se deba a que los jefes de familia tienen que ganarse la autoridad, al tiempo que los oficinistas, por el organigrama de la empresa, pueden sencillamente insistir en él.
Las familias no tienen que comprar lo que alguien que no puede despedirlos intenta vender. “Alguien puede ser un gran jefe en el trabajo, pero es muy probable que no pueda hacer que su hijo de dos años entre a la tina de baño”, dijo Ellen Galinsky, cofundadora de Families and Work Institute.
La socióloga Arlie Hochschild dijo que “la autoridad tomada en préstamo del lugar del trabajo” engendra temor dentro de la familia en cuanto a que la cultura de la oficina pueda invadir la casa. En el pasado había poca distinción entre ambas, en las granjas, por ejemplo. Pero la industrialización en la forma de fábricas separó ambos dominios y, debido a que ya no tienen un propósito común, chocan entre sí.
La falta de influencia en la familia puede ser engañosa.
“Ha sido enigmático”, dijo el vendedor Mark Brown, “ya que parezco tener cierta habilidad para hacer las cosas en el trabajo”. Sospecha que hay una suposición de que el amor hace a las personas más cooperativas y que por eso se intenta con menos fuerza para lograr las cosas.
Usar en casa las soluciones que funcionan en la oficina parece una buena idea. El analista Chris Moule asistió a una conferencia el año pasado en la que una ejecutiva explicó la forma en que utilizó el “análisis operacional” y hojas electrónicas con un código de color, para revelar el progreso en las metas familiares. Moule trató de esgrimir su habilidad para “descomponer proyectos”, al tratar de subdividir la planeación de un viaje de campo en pequeñas tareas. La reacción no fue bienvenida.
“En casa no se hacen evaluaciones de desempeño, excepto cuando mi esposa me mira”, dijo Moule. “Por lo general, su mirada dice mucho más”.
Algunos piensan que los miembros de la familia encantan para desarmar a los superiores, dejándonos inútiles, como le sucedió al ingeniero en redes Clifford Gormley cuando trató recientemente de ver las noticias.“Mi hijo veía una película infantil por cuarta vez en tres días y no había nada que pudiera hacer al respecto”, dijo, al señalar el lado positivo. “Eso nos mantiene humildes, como seres humanos”.
por Jared Sandberg
Dow Jones Newswires Traducido por Luis Cedillo
Editado por Juan Carlos JollyCopyright © 2007 Dow Jones & Company, Inc. All Rights ReservedPublicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
Contacto: dir@tudecides.com.mxNota: Por lo general todos los artículos cuentan con fuente y autor del mismo. Si por alguna razón no se encuentra, lo hemos omitido por error o fue escrito por la redacción de TuDecides.com.mx.
¿Cómo es posible que alguien pueda dirigir bien a su personal, pero no a su familia?
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