Ser una familia empresaria que está unida como familia, que disfruta cuando está junta y que está comprometida con la continuidad de la empresa no es fruto de la casualidad. Es consecuencia de la decisión consciente y voluntaria de comprometerse y esforzarse en conseguirlo.
Desgraciadamente, las estadísticas señalan que el 70 % de las empresas familiares mexicanas que desaparecen no lo hacen por problemas empresariales sino por problemas familiares. Por esto, una empresa familiar necesita tener una familia empresaria sólida y unida detrás. Esto exige trabajo y compromiso pues la fortaleza de una familia no se mide sólo por el cariño que se profesan los familiares entre sí sino especialmente por la forma en que manejan sus desacuerdos.
Tal como hemos recomendado en ocasiones anteriores, para reducir el riesgo de la aparición de conflictos de carácter familiar es necesario desarrollar una comunicación fluida, frecuente y espontánea desde la infancia que potencie unos vínculos fraternos fuertes y saludables que promuevan la armonía y la generosidad, estimular y facilitar el desarrollo personal y profesional de la siguiente generación, promoviendo la vivencia de experiencias tanto fuera de la familia como fuera de la empresa, reconocer las cualidades de cada familiar, gestionar constructivamente las rivalidades y conflictos familiares, y desarrollar las habilidades sociales y directivas.
El logro de unas relaciones fluidas entre familiares que integran una familia empresa no sólo depende de que la familia esté muy unida sino también de la existencia de una serie de instrumentos y prácticas en la empresa familiar que favorezcan la continuidad de la familia y la empresa. No obstante, a pesar de todo, el conflicto es inevitable. Así, es imprescindible que una familia empresaria siga determinadas prácticas respecto a la empresa que moderen los riesgos de conflictos familiares que puedan afectar a su continuidad.
En primer lugar, aunque los vínculos fraternales sean muy fuertes, los padres nunca han de obligar a sus hijos a continuar juntos en la empresa familiar. Para lograr que una comunidad de hermanos o primos evolucione con éxito, es necesario que cada hermano o primo decida libremente si quiere formar parte de la empresa no porque el padre los obligue sino porque su voluntad sea realmente esa. Y esto pasa por no obligarles a permanecer unidos en aspectos como comer juntos cada fin de semana, veranear todos juntos en la casa familiar, transmitirles un patrimonio indiviso o transmitirles acciones en la empresa familiar, sin permitirles que puedan ejercer su libertad individual, ya sea decidir libremente si ir a casa de sus padres, compartir un patrimonio indiviso o poder vender sus acciones.
En segundo lugar, el fundador o, en todo caso, los líderes familiares deben esforzarse en transmitir en cada generación su sueño y su legado, no sólo empresarial y económico sino también emocional y espiritual, a sus hijos, favoreciendo que se desarrolle una visión común y compartida del futuro, permitiendo su renovación a la medida de la siguiente generación y transformando la rivalidad competitiva entre familiares en el desafío de lograr una meta conjunta, grande y ambiciosa.
En tercer lugar, la creación e institucionalización de órganos e instrumentos como el protocolo y el consejo familiar favorecen el diálogo y la representación de los diferentes miembros de la familia, en especial, tanto los que trabajan en la empresa como los que no lo hacen.
Para que las relaciones familiares en la empresa sean armoniosas se debe potenciar una serie de decisiones, actitudes y aptitudes en función de una meta común: la continuidad de la empresa y la unidad de la familia. En especial, en primer lugar, destacamos la importancia de los padres al favorecer la armonía y la gestión constructiva de las inevitables rivalidades fraternales a través de la educación de sus hijos, de la atmósfera que se respire en la familia, y de la realización de actividades conjuntas. Y, en segundo lugar, tratándose de una familia empresaria es imprescindible seguir determinadas prácticas respecto a la empresa que moderen los riesgos de conflictos entre familiares que puedan afectar a su continuidad. En especial, el papel de los padres es extraordinariamente importante en la continuidad de la empresa y en la unidad de la familia a través de:
1. La educación en valores a través de su ejemplo, transmitiendo valores como el respeto a la diferencia y a las elecciones individuales, la humildad, la sencillez, la prudencia, el compañerismo, la responsabilidad o la generosidad. Por ejemplo, este respeto a la diferencia modera los juicios de un hermano hacia otro y permite reforzar la identidad de cada hermano y apreciar y utilizar sus talentos individuales hacia el fin común: la unidad familiar y la continuidad de la empresa. Y la generosidad de espíritu supone aceptar la responsabilidad por lo que se hace mal y compartir el éxito cuando se hace bien así como aprender a perdonar y a desarrollar la capacidad de comprender a los demás.
2. Una atmósfera familiar que estimule la equidad en el trato entre familiares, ya sean hermanos o primos, una comunicación frecuente, espontánea, fluida y sincera, la confianza mutua, la calidez y la intimidad, una actitud positiva, optimista y con buen humor, y con el ejercicio de un liderazgo firme pero cariñoso de los padres que favorece tanto la iniciativa individual como la cooperación.
3. La realización de actividades conjuntas que promuevan una buena relación fraternal y una historia compartida y común durante su infancia y adolescencia, pero que también, ya adultos, cada familiar se esfuerza por mantener esta buena relación integrando también a la siguiente generación.
4. El desarrollo entre los integrantes de la familia de las habilidades sociales que permitan una buena capacidad de asertividad y comunicación y de gestión de conflictos.
5. El fomento de la formación personal y académica de los hijos, promoviendo especialmente la vivencia de experiencias tanto fuera de la familia (ya sea formando parte de un equipo deportivo juvenil, de una asociación juvenil, o bien estudiando inglés en el extranjero) como, cuando ya esté a punto de poder incorporarse a la empresa familiar, realizando unas prácticas en otra empresa o iniciando su carrera profesional en el exterior.
Fuente: mundoejecutivo.mx / Por: MARTA PASTOR,
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