La crisis que padece la economía mexicana, resultante de un contagio financiero que se extendió a casi todo el mundo, es una oportunidad para comentar varios aspectos. Destaca el hecho de que nuestra economía no estaba en una situación de exposición tan amplia como en 1994 o la registrada durante la recesión del año 2000, debido a varios factores.
Todo bien hasta aquí, salvo el factor apertura, que implica una amplia participación de extranjeros en el mercado financiero y que cuando las circunstancias del entorno mundial cambian, normalmente aquéllos realizan ajustes a sus portafolios, con lo cual propician fuertes movimientos en diversos índices. Dadas las condiciones de la economía, la autoridad reaccionó rápido y bien, con lo cual evitó efectos mayores sobre el sistema financiero que pudieran permear hacia el resto de los agentes económicos, sin embargo, siempre están aquellos que demandan más, con el único objeto de levantar polvo.
¿A quién y cómo castigar?
No faltaron aquellos financieros temerarios, quienes al grito de “¿Y yo por qué no?”, pusieron en riesgo una cantidad no despreciable de recursos de las tesorerías de sus empresas. Algunos ya han empezado a pagar su arrogancia, aunque para nuestro gusto ha habido muy pocos ejecutivos despedidos, sobre todo para sentar el ejemplo claro de que quien la hace la paga. Es la ley del mercado y no debe atentarse contra ella.
Persiste el factor expectativas, sin embargo, que implica que una buena cantidad de empresas y de empresarios simplemente están sentados esperando a que les lleguen los efectos de la crisis o bien que se abran ventanillas en las dependencias para hacer fila para recibir ayuda del gobierno. Uno de los efectos de una crisis como la que estamos viviendo es que las empresas menos preparadas y, por tanto, menos competitivas, tienen que cerrar sus puertas.
El primer paso es identificar si uno o nuestra empresa se encuentra en estas circunstancias, para evitar perder de más y ser proactivos, no reactivos. Si uno no está en ese grupo, es el momento de empezar a visualizar cómo le hará para apoderarse del segmento de mercado que el competidor menos preparado ha de dejar o cuáles serán los recursos que la competencia desocupará, para nosotros tratar de contratar los mejores.
De otra forma, esperar a que las cosas estén bien, implica que nadie va a querer dejar sus recursos, porque hacerlo sería algo temerario, en especial si todos esperan que las cosas vayan mejor. Para hacer este tipo de operaciones hay que tener una estructura financiera sana, reducir al mínimo los pasivos de la empresa, recortar los excesos y capitalizarla bien. Son actividades que no se realizarán en un fin de semana e implican hacer un ejercicio de visión a futuro, establecer metas realistas y poner manos a la obra.
¡Sea un emprendedor!
Cuando las condiciones del entorno comiencen a mejorar seremos los primeros en darnos cuenta y quienes salgan mejor librados de la crisis serán quienes tengan las mejores condiciones para competir en un nuevo escenario con mejores oportunidades. Esto aplica también a las personas, quienes muy pocas veces pensamos qué es lo que podemos hacer para ser mejores trabajadores, en el sentido de ser más confiables y más productivos, factores que serán evaluados por nuestros patrones y en caso de querer hacer algún recorte, tenga por seguro que no querrán dejar ir al personal más confiable y al más productivo.
Si esto implica ingresar de nueva cuenta al sistema educativo hay que hacerlo, teniendo cuidado de aquellas instituciones y programas que ofrecen las soluciones mágicas a todos los males y que finalmente sólo son programas que cuestan mucho, enseñan poco y nada agregan a nuestra capacidad para realizar una tarea confiable. Muchas veces hemos escuchado que la crisis es un área de oportunidad; la verdad así es, sólo que las oportunidades no las puede uno esperar sentado; es uno quien debe generarlas, la mayoría de las veces, aunque, claro está, uno es el más beneficiado con ello.
De eso se trata precisamente, de ser emprendedor y de vivir en un sistema de mercado que premie a la iniciativa y al talento. Han sido muchas las intervenciones de legisladores, cámaras y grupos empresariales o sindicales que eliminan la flexibilidad de los mercados para enviar, a través de los precios, las señales necesarias para que las cosas en el mundo funcionen mejor.
Sin embargo, en la medida en que uno evita estos sectores reservados e intervenidos, uno puede ver que le irá mejor. ¡Sólo es cosa de tener el ingenio y la garra para emprender!.
Mario Rodarte E./
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