La cantante y compositora Judy Collins hizo esta pregunta retórica: ¿Quién sabe hacia dónde se va el tiempo? Pero la cuestión planteada es más fuerte para los emprendedores de hoy en día. Alguien que tiene su negocio puede saber exactamente qué es lo que quiere lograr.
Así que es sorprendente la cantidad de emprendedores que tienen la misma queja y frustración: “Ahí va otro día en el que no hice gran cosa. Tenía un plan y para media mañana me distraje y no pude continuar.”
Pero el problema surge no porque los líderes son malos planeadores. Es debido a que son grandes emprendedores. La gente que es buena manejando muchas ideas y problemas tienden a ver las interrupciones como otra cosa que manejar.
Aquellos emprendedores que son esenciales para que funcione todo en el negocio, creen que el trabajo se detendría si no estuvieran disponibles para las interrupciones.
Como resultado tienden a ver las distracciones como algo que deberían acomodar, sin importa cuándo ni dónde. Piensan que sólo les tomará un minuto y que después podrán regresar a sus prioridades.
Pero las interrupciones no son buenas y no toman un minuto. Si los emprendedores no las evitan, éstas pueden quitarles como tres o cinco horas de un día laboral.
Considera una de las interrupciones más comunes que los emprendedores enfrentan todos los días: preguntas no planeadas de empleados clave.
Imagina a un emprendedor inmerso en una cosa importante, digamos que hace una propuesta que tiene que terminar ese día y que si es aceptada podría ayudar a la empresa por el resto del año. Una interrupción surge: la cabeza de marketing quiere compartir algunos resultados de la última campaña, ¿por qué no? Merece el reconocimiento.
Así que el empresario examina rápidamente los números y le dice que siga revisándolo junto con una felicitación por su trabajo.
Ahora puede regresar a su propuesta. Eso sólo tomó cinco minutos. ¿No hay problema verdad? Falso. Justo cuando el jefe de marketing sale, el empresario se da cuenta que en la propuesta habían varias descripciones para una solución y que quería resaltar la mejor, así que tiene que leer todo nuevamente para decidir con cuál quedarse.
No está enojado con el jefe de marketing pero está furioso con la situación. No le gusta hacer la misma cosa dos veces y sus conclusiones habían estado mejor antes de la interrupción. Así que vuelve a revisar la propuesta pero con menos energía que la primera vez.
Una mirada al reloj confirma que volver a leer todo ha ocupado el tiempo que quería usar para otros asuntos importantes. Hace algunos cálculos y tiene que confiar en que el gerente de ventas puso bien los números, entrega la propuesta justo antes de la hora límite confiando en que todo está bien.
De camino a su casa se da cuenta que los precios estaban mal. Llama a su gerente de ventas y le pide al comprador que anule la propuesta. Después ellos dos pasan dos horas revisando la propuesta y los números.
Llega tarde a cenar, los niños están acostados, el gerente de ventas está avergonzado y el cliente no está impresionado.
Tolerar las interrupciones no es necesariamente lo mejor para un emprendedor. Hacerse cargo de varias cosas no es bueno para la salud de la empresa. Para ser exitosos debemos aprender cómo manejar a aquellos que nos interrumpen y no permitir que nos roben el tiempo.
Fuente: www.soyentrepreneur.com / Por Edward G. Brown
Publicado por: TuDecides.com.mx
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