¿Es técnico o fajador? Como todos los boxeadores que quieren escribir su propia leyenda, sólo el tiempo lo dirá. El hecho es que Alfredo Harp Calderoni parece haber dejado atrás los rounds de sombra y comienza a pegar fuerte, en nichos con gran potencial de crecimiento.
A los 38 años, este amante del boxeo y de los deportes no esperó la primera campanada del año para asestar un recto que lo puso de lleno ante los ojos del mundo inversionista. Apoyado en el músculo financiero familiar y con la bendición de su padre, Alfredo Harp Helú (fundador de Banamex), Harp Calderoni estuvo en el centro de una transacción que duplicó el valor de Grupo Martí, la mayor empresa de retail deportivo y centros de acondicionamiento físico del país.
“(Lo duplicamos) porque sentimos que era su valor real”, dice, y explica por qué su familia ofreció pagar, en diciembre pasado, 47 pesos por cada acción que no tenían de Grupo Martí (contra un precio promedio de 24.50 pesos). Finalmente, los Harp se hicieron del control de la empresa (de 18.29% de acciones que poseían subieron a 64.8%), en una operación bursátil de 3,320 millones de pesos.
Harp Calderoni debutó en el mundo de los negocios a los 17 años (en el piso de remates de la Bolsa) y a los 21 lidió con la reestructura de la cadena de ropa masculina Robert’s. En el camino analizó empresas, creó una marca propia de trajes (Calderoni), comenzó a vender yates y aviones particulares (con Nautikos y Aeronautikos), montó una productora de cine (Santo Domingo Films), creó una firma para volver inteligentes las casas y montar home theaters (Multimedia) y se sentó en el consejo de empresas como Interceramic, Herdez, CIE, Banco Compartamos o Grupo Posadas.
Una vez aprobada la oferta, “fue fácil negociar con los Harp”, dice Alejandro Martí, sobre la venta del control de su compañía. “El estilo de los Alfredos es de pocas palabras, no regatean, (son) muy derechos y en un ratito te pones de acuerdo”. En un suspiro, Martí describe el destino de una empresa que le costó casi 40 años construir, inventando una forma de vender equipo deportivo (Deportes Martí) y reinventando, con Sport City, el negocio del fitness en México, dividido antes entre los gimnasios de barrio y los deportivos campestres (tipo Albatros o Casablanca).
En realidad se trató de una transacción de terciopelo. En la primavera de 2007, el consejo de Grupo Martí, presidido por Alejandro Martí y con Harp Calderoni en planeación estratégica, había decidido hacer una emisión bursátil para capitalizar a la empresa con 2,500 MDP. La idea era conseguir dinero para expandir la cadena de gimnasios, que demandan una inversión promedio de 55 MDP cada uno. “Pedimos permiso a la Bolsa”, cuenta Martí, y pasaron cinco meses trabajando con los bancos Credit Suisse y UBS, pero la debacle hipotecaria en Estados Unidos derrumbó el plan. “Los grandes fondos que podían entrar e invertir no tomaron como prioritario al Grupo Martí”, comenta Harp Calderoni.
Fue entonces que los Harp, como dinastía empresarial y deportiva (véase recuadro) lo escucharon, vieron el potencial del negocio y ofrecieron comprarle la empresa. Directo, Harp Calderoni dice: “Nunca se pensó en eso de ‘Alejandro, te quito’. Le dejamos claro que ‘esto es una operación que queremos hacer contigo por amistad, por amor al negocio y porque creemos que va a ser un gran negocio”. Martí, desde su oficina en el Sport City de Loreto (DF), asiente. “Si yo tengo 52% y te ofrecen un chorro de dinero para comprarte, eso no tiene nada de hostil. Es más bien un privilegio”.
Primer round
Hace casi ocho años, cuando el mundo de las inversiones dejaba atrás la paranoia del Y2K y apostaba a una inflada economía virtual, en México, un joven de 30 años cerraba una de sus operaciones más vistosas, la venta en 18 millones de dólares de las 50 tiendas de Robert’s al Grupo Haber’s, dueño de cadenas como High Life y Men’s Factory.
Harp Calderoni llevaba nueve años al frente de Robert’s, una rama del conglomerado familiar en la que los Harp eran socios. “Era una empresa quebrada y yo iba como socio liquidador”, recuerda el empresario con el énfasis que requiere recordar las primeras batallas. “Pero me enamoré de la empresa, le vi potencial”.
Fue duro. Cuatro años previos en Accival (donde se curtió haciendo análisis) fueron un curso de verano. Ya en Robert’s tuvo que cerrar Puritan, una primera víctima del naciente Tratado de Libre Comercio que fabricaba suéteres y que llevaba 50 años en el mercado. “Hice mi doctorado en cómo vender lotes de suéteres, tuve que liquidar a 3,000 empleados”.
En su primera victoria, Harp Calderoni adelgazó una cadena de 120 tiendas, dejando 50. “Con las que conseguí vender lo que vendía el total”, apunta. Así, vendió la cadena a Grupo Haber’s, incluyendo marcas como Millenium y Calderoni, y las representaciones en México de Canali, Corneliani y Zegna.
“Cuando le compramos la empresa, él era muy joven, pero me sorprendió su dinámica. Es muy rápido para los números”, recuerda Jack Haber Hassan, director general del grupo. “Bastaron algunas reuniones para cerrar la operación”. La oportunidad para Haber fue detectar en Harp Calderoni a un empresario joven en búsqueda de nuevos aires. “Es muy enérgico”, asegura. “Nunca se cansa”.
Segundo round
Y Alfredo Harp Calderoni inició su carrera creando empresas. Primero por cuenta de Banamex, propiedad del Grupo Accival (que fundaran su padre y el socio de éste, Roberto Hernández), como director adjunto de las Sincas. “Me encanta todo lo que sea incubación de negocios”, comenta.
En dos años conoció la forma de operar de muchas empresas y manejó proyectos para Médica Sur, Proagro y Gigante. Después invertiría con Ángel Losada en esta cadena. Sin revelar su ganancia luego de que Soriana compró a su rival, hace un par de meses, seguro los casi 18,000 millones de pesos que tenía en Gigante le redituaron bastante. “Hay que amar a Ángel (Losada), que yo creo que la hizo bien”.
La postura de la familia Harp era que la compañía estaba mal valuada por el mercado y que el potencial era enorme: “Pensando en lo que vale la empresa, si sólo fueran los inmuebles (vimos que valía más que el propio valor de mercado, era (un negocio) interesante hasta como reserva territorial. Y no sólo le entramos nosotros, también le entró mi tío Carlos Slim, con un porcentaje similar al nuestro”.
Sin revelar montos, el empresario explica que él maneja una parte importante de los activos de sus hermanos (Sissi y Charbel) y de algunos contactos de ellos. “Les propongo comprar algo y yo lo compro como si fuera un fondo”, dice. “En algunos casos les he dado buenos (resultados) y en algunos no. Pero el porcentaje de bateo al final es bueno”.
“Alfredito es impresionantemente ágil y tiene el reto de desplegar una fortuna impresionante”, opina desde la competencia Arturo Saval, socio director del fondo de inversión Nexxus Capital, accionista mayoritario de Sports World.
Tercer round
En su oficina del Corporativo Arcos (la ‘torre del pantalón’), Alfredo Harp Calderoni despacha como vicepresidente de la Fundación Alfredo Harp Helú y maneja sus negocios. El espacio dice más de cómo es él que una foto o una charla.
Apenas al entrar, destaca un muñeco del espectral niño que campeaba penando en Kilómetro 31, la película que produjo con Santo Domingo Films, la productora que dirige “como hobby”, donde ha metido 20 millones de dólares. “En algunas funciones pusimos unos muñecos al final”, cuenta. “La gente pegaba cada grito...”
Luego señala una réplica de la Virgen de Guadalupe que acaba de adquirir en apoyo a una obra caritativa. Y un poco juguetón, presume la maqueta de una mitad del Halcón Milenario, la nave del rebelde Han Solo, de Star Wars, que Harp Calderoni compró en una subasta. “Es original y se usó en la filmación. Espero que George Lucas (el director de la saga) me la firme un día”. Y eso no suena tan disparatado pues Variety, la publicación hollywoodense, llama a Harp Calderoni una de las nuevas caras influyentes en Cannes.
En ese ambiente ecléctico, el empresario describe su participación en firmas nuevas de todo cuño, junto a otros empresarios como el propio Ángel Losada: las citadas Nautikos, Aeronautikos y Cinema Multimedia, que incluye la distribución exclusiva de Bose.
Con Interceramic se detiene y reflexiona, como boxeador en su esquina. La empresa, en la que su familia es accionista y él figura en su consejo, vende pisos y cerámica a Sport City. “Puede haber sinergias pero voy a tener que pedir cotizaciones con alguien más”, apunta, recuperando el aliento.
Nocaut o decisión unánime
Daniel Zaragoza quizá no influye mucho en la forma en que Alfredo Harp Calderoni toma sus decisiones de negocios. Pero el ex campeón mundial de peso supergallo se encarga de entrenar al magnate un par de noches a la semana. “Es mi amigo y trabajamos en crear un semillero para que México pueda recuperar el estatus de contar con los mejores boxeadores del mundo”, menciona el empresario.
Y la meta de negocio, dice, está muy arriba. Con euforia, asegura que el potencial de Sport City, con 17 clubes a la fecha, es de tener a unos dos millones de socios. La empresa cuenta con unos 50,000 miembros, por lo que el trecho a recorrer es enorme. La idea, comparte Alejandro Martí, es explotar las oportunidades.
El portafolio actual incluye, además de casi 100 tiendas Martí y outlets, los Sport City premium (como Eureka, el primero), de los que la firma ve un potencial inmediato de hasta 15 más, y Entrena, dirigido a un mercado más bajo. “De este modelo estamos abriendo 18”, dice Martí. “Este mercado da para 70 más”. Además, propone un concepto más económico, con cuotas mensuales de 400 pesos, para rivalizar con los gimnasios de barrio. “Ahí la oportunidad es enorme, de unos 200 clubes”, asegura Martí.
“El potencial del sector es enorme. Nosotros y Martí estamos en las clases B y A (altas), si bajas a la clase C el tamaño del mercado se amplía enormemente”, explica Arturo Saval, del fondo Nexxus Capital. Los Harp apuestan así a una industria en pleno crecimiento y con muchas etiquetas: fitness, wellness, health centers y más. A los Sport City el Grupo Martí los llama ‘centros de entretenimiento deportivo’.
Según la Asociación Internacional de Clubes Deportivos (IHRSA, por sus siglas en inglés), la industria fitness en EU incluye a casi 43 millones de personas que generan unos 17,600 MDD en unos 30,000 clubes. En México, 1.9 millones de clientes dejan una derrama de 567 MDD, un crecimiento de casi 20% del año anterior, lo que señala la movilización de la clase media mexicana a un estilo de vida más en forma.
Al tercer trimestre de 2007, Grupo Martí facturó casi 2,380 millones de pesos (menos de 220 MDD); es decir, con todo y las ventas de Deportes Martí, eso es mucho menos de la mitad de la industria en México. “Es un nicho explosivo y creo que los Harp hicieron una magnífica inversión por la sinergia que pueden crear estos amantes del deporte con su músculo financiero”, asegura Óscar Oreger, de Mercanti Group, un banco de inversiones neoyorquino.
Con dos años en el Consejo de Grupo Martí, Harp Calderoni sabe de las necesidades inmediatas de la empresa. Cada Sport City premium requiere una inversión de hasta 60 millones de pesos. Por lo pronto anticipa una capitalización de 100 millones de dólares. “Es lo que se necesita para crecer en el número de clubes y lograr llegar a nuestra meta de EBITDA”, dice. De 55 MDD, el empresario quiere que las ganancias del grupo antes de impuestos y depreciación alcancen un margen de entre 70 MDD y 75 MDD.
De la deuda, Harp Calderoni refiere que es saludable, con casi 75 MDD (55 MDD con Inbursa, el brazo financiero del tío Carlos Slim). La nueva alineación del grupo pretende reactivar su alicaída bursatilización (a la fecha, hay menos de 20% de sus acciones cotizando en la Bolsa). “La idea es, en uno o dos años, soltar un buen cacho de la compañía y que la gente entre al negocio de la salud, el entretenimiento y el deporte, combinado con el retail”, explica el empresario.
Pero es la marca de Sport City la joya de la corona y el empresario dice que a ella le pondrá toda la carne al asador. Para Eduardo Caccia, experto en manejo de marcas de Mind-code, la empresa ha dado en el clavo con Sport City: “Es un gimnasio muy bien puesto, un aparador de redes sociales con una ‘exclusión’ natural dada por el precio”.
Creando dinastía
En su libro Vivir y morir jugando beisbol, Alfredo Harp Helú hace referencia a sus hijos (‘mis mejores batazos’) y, como en las dinastías deportivas, se ufana del nacimiento de su nieto, el hijo de su primogénito: “El cuarto Alfredo Harp en línea”. Sobre Harp Calderoni dice: “Desde joven comenzó a practicar en el sector bursátil, pero pronto encontró su propio camino a través del sector empresarial”.
Con ese apoyo, Alfredo júnior parece decir que ‘todo se lo debe a su mánager’. Con el impulso dado por el padre, un espaldarazo tácito al entregarle el manejo de Grupo Martí, el empresario prepara la expansión. México, EU y al sur. Imagina la apertura de clubes en California, Florida y Texas. “Serían como los de México, con club, restaurante, tienda Martí, un spa sensacional y salón de belleza”.
El capital, dice, hará subir a la empresa. Y en medio de un contexto global, Harp Calderoni exuda adrenalina. No cree que México se contagie de los problemas que aquejan a EU y, en todo caso, recuerda que el país ya la ha librado.
El hijo de uno de los accionistas que vendieron la empresa que fue la mayor operación de inversión extranjera en México se engalla: “Toda la gente que ha invertido en pesos a lo largo de los últimos 20 años ha ganado mucho más que la gente que se fue a dólares”. Él, tercer Alfredo Harp, quiere abrir su camino apostando a las firmas innovadoras. Los días con el ex campeón Zaragoza tienen muchos rounds por delante.
Publicado por: TuDecides.com.mx
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