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18 de septiembre – Ana Luisa Sánchez Maccise, ciudadana mexicana, no busca la ciudadanía estadounidense, ni lleva la existencia irregular de los trabajadores  indocumentados. Sin embargo, vive y trabaja en Houston, donde envía a su hijo a una escuela privada.

 
Tiene además otra casa en la Ciudad de México, donde su esposo aún trabaja y visita regularmente a su familia en Houston.

Maccise está entre un pequeño, pero creciente grupo de ciudadanos mexicanos que crean vidas paralelas en esta creciente ciudad. Dallas y San Antonio son otras de las ciudades preferidas por algunos mexicanos.

Sus motivos son más que económicos. También buscan un refugio para sí mismos y sus familias, alejados de las amenazas de secuestros, rescates e incluso asesinatos que afectan, dicen, de manera rutinaria a los mexicanos pudientes.

“En la Ciudad de México, hoy en día la situación no es buena, por los problemas de seguridad”, dijo Sánchez Maccise, de 43 años. “Uno puede ser asaltado en cualquier momento y en cualquier restaurante. No se puede manejar un automóvil hermoso, ni usar un reloj bueno. Por eso me gusta Estados Unidos, porque me siento libre”.

Sánchez Maccise vive y trabaja en Houston gracias a una visa de negocios emitida como resultado del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Una cláusula del tratado permite la emisión de visas para quienes hacen inversiones significativas en un negocio nuevo y para los empleados de empresas mexicanas que hacen negocios en Estados Unidos, así como para sus cónyuges e hijos.

Las estadísticas del Departamento de Estado de Estados Unidos, que no se desglosan por ciudad, muestran un incremento nacional en las visas empresariales más populares, de 57,721 en 2002, a 72,613 el año pasado.

Mudarse de México a Houston es un desafío cultural y logístico, y se ha formado toda una industria en torno a la necesidad de agentes inmobiliarios, abogados especializados en inmigración, banqueros y otros profesionales para mitigar el proceso.

Mariana Saldaña, de 56 años, corredora y propietaria de Uptown Real Estate Group, es responsable de gran parte de la vida de Sánchez Maccise en Houston. Saldaña la recomendó a un abogado de inmigración y le ayudó a rentar un espacio en The Galleria, un centro comercial de Houston, donde maneja una franquicia de la joyería Tane, que se especializa en joyería cara hecha a mano y en obras de arte de plata y oro de México. Incluso Saldaña le arregló los servicios de teléfono y cable.

Con la esperanza de cimentar su relación con los clientes, también proporciona asistencia adicional. “Hacemos todo”, dijo. “Si necesita un Mercedes, lo envío a una distribuidora. Un Porsche, lo envío a la agencia Porsche. Somos como una empresa de concierge. Tenemos jardineros, limpiadores de albercas, todo lo que necesite. No necesitan usar el teléfono”.

Saldaña ha ayudado a sus compradores potenciales a encontrar escuelas privadas para sus hijos e incluso llamó a un cerrajero cuando una clienta olvidó sus llaves cuando llevó a su hijo a la alberca comunitaria.

Dijo que 80% del negocio de Uptown Real Estate es con mexicanos que tienen fortunas de hasta 100 millones de dólares. Muchos pagan en efectivo sus casas y no se ven afectados por los ciclos del mercado.

De acuerdo con Saldaña, los mexicanos prefieren Houston porque las casas lujosas cuestan menos que en California, Miami y hasta la Ciudad de México.  Desde Houston tienen además cerca de 40 vuelos diarios a ciudades mexicanas, de los que por lo menos 20 van a la Ciudad de México –a dos horas en avión.

“A veces voy a México a comer y regreso en el vuelo de las cinco de la tarde”, dijo Wilka Varela Toppins, una abogada de Houston que nació en Puerto Rico y que trabaja de manera estrecha con Saldaña para ayudar a los mexicanos a establecer negocios en este país. Este año, dijo, ha ayudado a abrir más de 35 empresas de la Ciudad de México, contra 20 en 2006.

“Están aquí y allá”, dijo sobre sus clientes, quienes viven y trabajan tanto en la Ciudad de México como en Houston. “Van y vienen. No les interesa convertirse en ciudadanos estadounidenses ni renunciar a su ciudadanía mexicana. Sólo quieren hacer negocios, vivir aquí, pagar impuestos, ser residentes responsables y estar seguros”.

Sánchez Maccise abrió su tienda, donde una pieza de joyería hecha a mano se vende en 17,000 dólares, seis años después de su primera compra de bienes raíces en Houston, un condominio cercano a The Gallería y que usaba en sus viajes de compras de fin de semana. Ahora vive en su tercera casa, que adquirió el año pasado en 1.3 millones de dólares, luego de vender las otras dos a través de Saldaña. Situada en Royal Oaks, una comunidad privada que tiene campo de golf, su casa de cuatro dormitorios tiene vista al hoyo 12.

Como muchas comunidades de lujo atractivas para los ricos mexicanos, Royal Oaks tiene altas paredes de ladrillo, varias puertas de control y patrullas de vigilancia. Es lo que dicen querer los compradores mexicanos cuando se mudan al norte, con base en lo que ya tienen en su país.

“Estamos tan acostumbrados que, al llegar aquí, sin todo esto uno no se siente a gusto, aún cuando todo esté bien”, dijo Aldo Novi, arquitecto y constructor que vive en el vecindario de Woodlands, donde construye casas en la comunidad privada de Carlton Woods.

Actualmente, Novi le construye una casa de un millón de dólares a Alejandro Chaoul, de 38 años, quien ha vivido en Royal Oaks durante cuatro años, con su esposa y sus hijos. A Chaoul, empleado de Petróleos Mexican y que va y viene, le gustaría mudarse a Carlton Woods, donde él y su familia pueden vivir en una casa más grande y en lo que considera una comunidad aún más segura.

“De verdad me quiero quedar en Estados Unidos”, dijo. “La razón principal son mis hijos. En México, uno puede ser secuestrado con mucha facilidad. No los puedo llevar al supermercado o a la tienda, ya que uno puede volver la cabeza y perderlos”.

La “seguridad” de Houston es lo que Saldaña incluye en sus anuncios en revistas mexicanas. También encuentra a otros clientes mediante la comunicación personal: “mi mejor publicidad”.

No obstante, ofrece algo más que una propiedad. Para quienes requieren financiamiento para adquirir una casa o un negocio, Saldaña refiere a sus clientes a los banqueros que conoce. Entre ellos está Ana M. Kennedy, mexicana y funcionaria hipotecaria senior de Chase Home Lending, empresa que tiene un programa especial para clientes internacionales que no tienen historial crediticio en Estados Unidos.

“Podemos verificar su crédito en su propio país”, dijo Kennedy. “Son clientes excepcionales que piden crédito y que tienen antecedentes extraordinarios”.

Un fin de semana reciente, Saldaña pasó 12 horas con Fernando Sánchez de Orando, de 40 años, de la Ciudad de México, quien planea abrir una sucursal en Houston de su empresa familiar de corretaje de periódicos. Después de dos días de búsqueda, Sánchez de Orando firmó un contrató para comprar una casa de un millón de dólares en Woodlands.

“Me gustan Estados Unidos, Texas y Houston”, dijo, “y mi familia y yo queremos hacer un cambio. Buscamos tener una mejor calidad de vida para nosotros y para los niños”.

Traducido por Luis Cedillo

Editado por Juan Carlos Jolly

Copyright ©2007 The New York Times Company. All rights reserved

 por Eugene L. Meyer
New York Times News Service 

Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
Contacto: dir@tudecides.com.mx

Nota: Por lo general todos los artículos cuentan con fuente y autor del mismo. Si por alguna razón no se encuentra, lo hemos omitido por error o fue escrito por la redacción de TuDecides.com.mx.

 

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