Distrito Federal-- Laura Gallart Ramos de 40 años de edad, desde muy pequeña decidió ser piloto aviador, nunca pasó por su mente ser sobrecargo y aunque sufrió las burlas de su familia logró su meta y considera su profesión la más hermosa del mundo.
En México sólo existen unas 160 mujeres piloto, contra seis mil hombres, y sólo 60 vuelan en líneas aéreas comerciales, pero el hecho de que sean pocas no es por discriminación, sino porque falta información sobre esta profesión e interés de las propias mujeres por acercarse a este ámbito.
Para Gallart Ramos, que tiene como pasatiempos favoritos tocar el saxofón, ir al cine y leer, ser piloto es la profesión más hermosa del mundo.
Para ella lo que hace no representa un trabajo sino es gozo, ya que le permite conocer gente, viajar y significa una gran responsabilidad de traer en sus manos un avión.
“Gozo cuando piloteo, pero cuando hay mal tiempo o mucho tráfico aéreo hay que estar al ciento por ciento y cuando hay mal tiempo y aterrizas, sientes mucha satisfacción de ver bajar a la gente entera", expresó esta mujer con orgullo.
Comentó que en los 20 años que lleva de piloto aviador, los últimos 10 en Mexicana de Aviación, la peor emergencia que tuvo fue durante un vuelo de Los Ángeles a Puerto Vallarta cuando una mujer se venía muriendo en el avión y tuvo que aterrizar de emergencia en Hermosillo, Sonora.
“Sentí mucha impotencia. Uno hace su trabajo, se aterrizó de emergencia, y después me enteré que a los dos días falleció la señora que era mexicana".
Confirmó que por fortuna nunca ha tenido otras emergencias graves, sino averías pequeñas que se solucionó sin problemas, y que la gente ni se entera.
Laura es considerada una pionera de la aviación, ya que el único antecedente que se tiene en México es el de Conchita Bernal, quien fue la primera piloto en una línea comercial en 1976 gracias a la recomendación de Esther Zuno, esposa del presidente Luis Echeverría.
Al inicio de la entrevista con Notimex, la piloto aviador, quien es soltera, señaló que cuando viajó con sus padres a Cancún a los siete años de edad y vio la cabina del avión fue tanta su emoción que decidió ser piloto.
“Desde niña decidí serlo. La primera vez que vi la cabina de un avión, fue tanta mi emoción y el impacto que desde ahí dije que iba a ser piloto, y a todo mundo le decía y no me creían, incluso se burlaban".
Laura que tiene un hermano y sobrinos, comentó que nadie de su familia trabaja o trabajó en la aviación, por ello al terminar la preparatoria entró a estudiar derecho, porque su padre era abogado, pero lo dejó porque no le agradó y se inscribió en una escuela de aviación.
Ahí estudio en dos años las carreras de piloto privado y piloto comercial, por lo que recibió el apoyo sobre todo de su padre y fue el orgullo de su madre, que al principio puso el grito en el cielo.
Al salir de la escuela obtuvo el grado de capitán y luego en la aerolínea le dieron el rango que le corresponde. Ella en Mexicana es primer oficial y copiloto de un Airbus, y con paciencia espera que se mueva el escalafón para ser comandante.
“No tengo familiares en el ambiente de la aeronáutica, soy la única piloto de toda la familia. El primer avión que volé fue un F-27 de 50 plazas y los más grandes que he piloteado son un Boeing 727 y el Airbus que manejo ahora, ambos de 150 plazas".
“Lo que me hace sentir más orgullosa de ser piloto es todo. Me produce mucho orgullo haber llegado a donde estoy por mí abriéndome poco a poco camino. Fue con mucha tenacidad, es un medio muy pequeño y muy cerrado", confirmó.
Expresó que su propósito es trabajar para el avance de la aviación en México, la cual considera una actividad estratégica, pero también reconoció que en nuestro país hace falta mucho para insertar la cultura de la aviación entre la población, que le resta importancia.
Laura, quien también es directiva del Colegio de Pilotos Aviadores, A.C. desde hace seis años y busca la reelección como primera Secretaría suplente, indicó que sus aspiraciones no se quedan ahí, a ella le gustan las relaciones públicas y la diplomacia, y por eso las va a estudiar.
“Me encantan las relaciones públicas, me hubiera gustado estudiar diplomacia y tengo pensado hacerlo algún día. Creo que nunca es tarde y tendré tiempo, uno deja de volar a los 60 años, que es una edad muy productiva, entonces esa es una de mis metas", acotó.
Esta mujer que se distingue por su fortaleza y decisión, señaló que nunca se sabe qué puede pasar, por eso aconseja tener siempre “una veladora prendida", es decir, estar preparados para enfrentar la adversidad, como podría ser una enfermedad y le quitarán su licencia. “En esta profesión si te pasa algo en la salud como perder el oído o si te da un infarto, que puede suceder incluso de joven a los 40 años, pierdes la licencia de piloto aviador, y eso implica que dejes de volar, por eso hay que estar preparados".
Laura vuela siete días y descansa cinco, los cuales no le alcanzan para hacer todo lo que le gusta en su tiempo libre como es ir al supermercado, tomar clases y tocar el saxofón, ir al cine o leer en su casa, donde le encanta estar, ya que es su espacio.
Gallart, quien tiene una vida feliz y llena de éxitos, recomienda a las mujeres “hacer lo que nos gusta. Les aconsejaría que no se dejen, que hagan lo que más les gusta, y tener tenacidad para alcanzar sus sueños y metas".
Los padres de Laura ya fallecieron, los recuerda con nostalgia y cariño, pero sobre todo con agradecimiento por el apoyo que siempre le dieron. Ahora lo que enfrenta es su vida y como piloto reconoce que después del 11 de septiembre del 2001, cambió todo en el panorama de la aviación.
Platicó que las aerolíneas de todo el mundo han establecido procedimientos confidenciales en caso de que se presente una situación de terrorismo, y abundó que las duras medidas de seguridad son molestas, sobre todo para los pilotos ya que son más estrictas que las que se aplican a los pasajeros.
“Nos revisan más a nosotros que a los pasajeros, entonces es muy difícil que pueda haber una situación de ésas, aunque podría ser", concluyó.
fuente: notimex/diario de chihuahua
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