Este tipo de emprendedor es alguien muy identificado con su profesión y que encuentra en el trabajo una oportunidad para expresar su talento. Antes de plantearse establecerse como empresario y sacar así todo el provecho a su habilidad, el profesional va desarrollando unas capacidades que le permiten gozar de una confianza mayor.
Quien decide dejar una empresa y establecerse por cuenta propia, lo hace muchas veces desde la creencia de que es más lo que aporta que lo que recibe de su compañía.
Es también alguien que disfruta con su trabajo y con un grado importante de autoestima. Nadie da un paso así si no se siente razonablemente cómodo con su profesión. El detonante final suele ser el instinto, algo que permite al emprendedor olfatear una oportunidad que nadie, incluida su empresa, está cubriendo, y decidirse a explotarla. Eso no quiere decir que no se actúe de forma realista: las expectativas han de tener una base contrastada y ser asequibles. Si el caso es ese, nada se pierde intentándolo.
Seguridad relativa
Dice la sabiduría popular que “de los cobardes no se ha escrito nada”. Lo cierto es que, hoy día, quedarse al calor de una nómina no implica necesariamente mayor seguridad. En los últimos años se está viendo que, a partir de cierta edad, hacer carrera en las grandes empresas es cada vez más complicado. Hay una inseguridad y un desgaste en el ejercicio del trabajo.
Lo más habitual es que la emancipación laboral se haga dentro del propio sector en donde se trabajaba. Supone una forma de aprovechar elknow howadquirido. Además, es la actividad diaria la que te permite distinguir las oportunidades para atreverte a intentarlo.
El aval del prestigio. Muchas veces, el secreto no está tanto en conocer el sector como en ser conocido dentro de él. La notoriedad es un aval; por ejemplo, a la hora de ser recibido en las empresas.
Libertad de movimiento. Una vez que un trabajador finaliza su relación laboral con una compañía, es absolutamente libre para trabajar donde quiera, aunque sea una empresa de la competencia.
La única restricción puede producirse en el caso de que el trabajador “suscribe una cláusula de no concurrencia poscontractual”. Esta firma es voluntaria. En todo caso, tiene una duración máxima de dos años desde que se extingue el contrato de trabajo. Otro conflicto legal y ético que puede surgir es el caso de directivos que se llevan con ellos a clientes de la antigua empresa para la que trabajaban.
Fuente: emprendedores
Publicado por: TuDecides.com.mx
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