cnnexpansion Si Silda Spitzer hubiera revisado los estados de cuenta de su esposo, las cosas habrían sido diferentes. Quizá las misteriosas transferencias de miles de dólares hechas por su esposo la hubieran alertado y el asunto se hubiera solucionado en privado…y quizá su marido, Eliot Spitzer, aún seguiría siendo gobernador de Nueva York.
[Vale recordar el escándalo que le costó el puesto: los sospechosos movimientos de fondos en las cuentas personales del gobernador estaban destinados a pagar servicios de sexoservidoras.]
La pareja, al parecer, no tenía la costumbre de discutir el estado de sus finanzas. Algo nada raro, pues un gran número de investigaciones demuestran que los matrimonios de hoy están increíblemente desinformados de muchos aspectos de su vida financiera compartida.
Consideremos lo siguiente: En un estudio realizado en el 2003, la mitad de las parejas ofrecía cifras que no concordaban cuando se les preguntaba sobre el ingreso familiar y su patrimonio.
En un sondeo realizado en el 2007 a parejas de entre 43 y 70 años, el 35% de los encuestados se equivocaban al calcular la edad en que su esposa planeaba jubilarse. Una tercera parte admitió mentirle a su pareja cuando se trataba de dinero. En otro sondeo, cuatro de cada cinco personas respondieron que ocultaban algunas compras a sus amados consortes.
¿Qué es lo que sucede aquí? Parte del problema puede ser la manera en que las parejas se dividen las labores financieras (uno paga las facturas y otro se encarga de invertir el dinero, por ejemplo.) Mientras no haya problemas, cada uno está contento con dejarle al otro parte de la responsabilidad. También se debe a que hoy las personas no se casan tan jóvenes, y cada uno llega al matrimonio con sus propias tarjetas de crédito, cuentas de banco e inversiones, que mantienen separadas. Otra explicación es que preferimos ocultar ciertos gastos o ahorros para evitar peleas o críticas.
Todo ello es comprensible, pero no es lo óptimo. Es imposible tomar decisiones inteligentes si desconoces los activos y pasivos con los que cuentas, menos aún si ignoras cuáles son las metas y prioridades de tu pareja. “También pierdes el beneficio del pensamiento colectivo” explica la abogada y asesora financiera Violet Woodhouse, autora del libro “Divorce and Money” (Divorcio y dinero).En otras palabras, dos cabezas piensan mejor que una cuando se busca solucionar problemas financieros.
Por fortuna, la solución es sencilla: Lo que deben hacer es conversar.
Estas son las grandes preguntas que deben ponerse sobre la mesa:
¿Cuánto tienes?
Puedes pensar que tienes la información básica, como cuánto gana y ahorra tu pareja, pero no hay que estar tan seguro. En un estudio llevado a cabo por la Universidad Estatal de Ohio en 2003, la mitad de las parejas erró en un 10% las cifras que dieron sobre ingreso familiar, y en un 30% al calcular su patrimonio neto -¿la razón? Uno de los cónyuges no conocía bien la contabilidad del otro-.
¿Cuánto ganas?
Conocer el salario (bruto y neto) de tu cónyuge no es suficiente. También deberías tener una cifra aproximada de lo que recibe en forma de bonos, comisiones u otro tipo de compensaciones (como reparto de utilidades o acciones).
¿Cuánto ahorras?
Es posible que, aparte de la casa, los ahorros para el retiro sean el principal activo de tu pareja. Es conveniente saber cuánto tiene en su plan de ahorro o fondo de pensiones y al menos tener una idea de cómo se invierten esos activos.
Si el fondo está diversificado en acciones y bonos, perfecto. Pero si todo está invertido en las acciones de la compañía o fondos emergentes, malo.
Es aconsejable que ambos hagan una lista de las instituciones financieras donde tienen su dinero, e incluir los números de cuenta y teléfonos. Dejen una copia de respaldo en la oficina o con su abogado.
¿Cuánto debes?
Este asunto es algo espinoso. Quizá tu pareja no quiere que sepas lo que costó el regalito que se compró por su cumpleaños, está bien, pero al menos compartan el saldo de sus respectivas tarjetas de crédito.
Reúnan en un archivo los papeles de préstamos y otras obligaciones como pensión alimenticia para hijos o cónyuges, y colóquenlo en un lugar donde ambos tengan acceso. De esa manera, cuando se sienten a discutir cualquier plan financiero, todo estará a la mano. Además sirve guardarlo todo en lugar en caso de alguna emergencia.
Hay que estar preparado para cierta resistencia, no todos están dispuestos a compartir o hablar sobre su situación financiera, especialmente si llevas varios años de casado y nunca te has preocupado por esos temas. Tu interés puede desconcertar a tu pareja, sólo déjale saber que estar bien informados es lo más saludable para el patrimonio común.
Fuente: cnnexpansion
Por: Marlys Harris
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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