¿Está preparado para los cambios que le puede deparar el futuro laboral?. Si su respuesta es no, deténgase a reflexionar en los inconvenientes de no tener un ingreso fijo y entérese de sus posibles soluciones. Las empresas no deben ni pueden tratar de proteger el patrimonio de sus empleados.
Lo que deben hacer es tratar de mantener y mejorar el nivel de vida de sus colaboradores, a través de una remuneración justa y de algunas prestaciones que estén permitidas o aceptadas tanto por las autoridades, como por el mercado en general. No obstante, cada día estas prestaciones se ven reducidas y hasta son canceladas, de tal manera que vendrá el momento –como ocurre en la gran mayoría de las economías fuertes en el mundo– en que las empresas en México ofrezcan sólo la remuneración monetaria y dejen de lado toda compensación en especie.
Es cuestión de pocos años, ni siquiera de décadas, para que ésto pase en nuestro país. Otra premisa cada vez más común en el mercado laboral mexicano es una menor permanencia de los ejecutivos en las empresas. Dicha rotación se genera no sólo por la movilidad del ejecutivo, también por la necesidad de cambio en las compañías para poder hacer frente a los retos que se presentan.
Cuando las empresas –para solidificar su posición tanto económica, como de mercado– tienen que realizar ajustes, en muchos casos éstos conllevan la reducción drástica en su plantilla en todos los niveles de la organización, que incluyen a los altos ejecutivos, muchos de los cuales se sentían intocables. Lo anterior lleva a la idea de que el ejecutivo debe estar prevenido.
Más vale prevenir
Hoy me dirijo primordialmente al ejecutivo joven o de mediana edad que tiene hijos pequeños, ya sea en edad pre-escolar o en plena actividad académica. Al respecto, uno de los legados más importantes que se les puede heredar es la oportunidad de tener una educación superior, es decir una carrera profesional.
El ejecutivo se preguntará: ¿Y eso qué tiene que ver conmigo? ¡Ya me ocuparé cuando mis hijos tengan la edad! Pero dadas las tendencias laborales, que apuntan hacia la disolución de prestaciones y beneficios, es importante pensar que no hay seguridad de tener un empleo o un ingreso constante, por lo cual es muy conveniente ver de qué manera se puede asegurar la educación de los hijos. Además se debe tomar en cuenta que los costos de educación superior son cada vez mayores, sean escuelas públicas o privadas, aunque mucho más en las últimas.
En México, quizá debido a la idiosincrasia o a la cultura, muchas veces el ejecutivo joven vive preocupado por cubrir las necesidades diarias y por crecer profesionalmente, sin reconocer la necesidad de formar un patrimonio y de asegurar el porvenir, ya sea personal o profesional. En general la manera de pensar es “si ahora tengo todo para qué preocuparme de un futuro tan lejano”. Sin embargo, es imposible estar seguro de que todo continuará bien.
El tema de la educación de los hijos es muy especial porque no es una prestación que ofrezcan las empresas a sus ejecutivos. Es algo que el individuo tiene que buscar y preocuparse por solucionar y que sería conveniente prever. Existen ya en el mercado mexicano, no digamos múltiples, pero sí variadas formas de prevenir esta situación, tales como la creación de un fideicomiso (carísimo para el ejecutivo común y corriente), compra de seguros con cobertura en educación y la postura personal de ahorro “intocable” asignado a ese rubro. Ésta última, es la más difícil de cumplir porque siempre habrá necesidades inmediatas qué cubrir.
La decisión que se tome será la correcta, lo importante es estar prevenido, aunque en este momento se tenga un ingreso asegurado, viva en un área de confort o de crecimiento económico, ya que no puede tener la certeza de que mañana las cosas van a seguir igual. Las alternativas son variadas, dependerá de cada individuo valorar su riesgo, el costo de oportunidad y su visión de futuro.
El autor es director–Executive Search de Shore Consulting Group
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Fuente: mundoejecutivo.com.mx
Publicado por: TuDecides.com.mx
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