La economía mexicana se encuentra en una condición muy débil. Y es que en 2013 no hubo crisis sexenal, pero sí se observó una desaceleración importante. La economía sólo creció un magro 1.1% anual cuando en los 3 años anteriores (2010-2012) había crecido a un promedio de 4.3%. Ya muchas columnas y analistas han dedicado tiempo a explicar las causas de esta desaceleración, simplemente mencionaré que ésta fue resultado de una combinación de choques negativos que provocaron que tanto la demanda externa como el mercado interno se mantuvieran estancados.
Lo preocupante de esta situación es que en el último trimestre del año la economía todavía permanecía en estado de estancamiento y hasta el momento, los datos de enero no señalan una recuperación sólida. Lapsos no prolongados de atonía económica suelen ser normales en una economía sujeta a ciclos, pero la persistencia de la debilidad económica puede llegar a ser un problema. En ese sentido, la economía mexicana ya mantiene 6 trimestres de malos resultados y este largo estancamiento podría a tener costos en la capacidad de producción de la economía en el futuro.
Para darse una idea del problema, la inversión, que es el incremento en el acervo de capital del país, creció a una tasa anual promedio de 7.3% entre Junio de 2011 y Junio de 2012. Desde esa fecha, que es cuando la economía empezó su desaceleración, hasta ahora, la inversión prácticamente se ha paralizado, creciendo únicamente a una tasa anual promedio de 0.4%. Cabe señalar que entre más inversión se realice, mayor es el acervo de capital y mayor será el crecimiento en el futuro, ya que el trabajo y el empleo se hacen más productivos. En ese sentido, los datos nos indican que prácticamente no se ha incrementado el acervo de capital en los últimos 18 meses, lo que se reduce la capacidad de crecimiento para meses posteriores, exacerbando la magnitud de la desaceleración y su persistencia.
Hacia delante, se antoja difícil que la inversión se recupere de manera rápida. Como mencioné, periodos prolongados de estancamiento reducen el entusiasmo de los agentes económicos para invertir. Es decir, las empresas consideran que es mejor no invertir ahora porque no es buen momento para hacerlo, hasta que la economía mejore.
Por otro lado, este año entran en vigor una serie de cambios tributarios que tendrán un efecto negativo en la dinámica de la inversión privada. Por un lado, se elimina la posibilidad deducir de manera inmediata el gasto en inversión del impuesto sobre la renta, lo que aumenta el costo de la inversión. Por otro lado, el incremento en la carga fiscal reducirá los excedentes de las empresas reduciendo la capacidad para invertir. Finalmente, el mayor déficit público programado para 2014 (1.5% del PIB) disminuye la disponibilidad de recursos financieros que podrían destinarse a la inversión, un efecto que se conoce como efecto desplazamiento, es decir, que el ahorro se destina a financiar al gobierno y no a la inversión privada.
A pesar de que la situación no es favorable, hay elementos que podrían dar un impulso a la inversión. Por un lado, se espera que la economía de los Estados Unidos tenga un mejor desempeño en 2014 que el que tuvo en 2013, lo que indudablemente beneficiará a la economía mexicana. Por otro lado, la aprobación de las reformas estructurales mejora el panorama de mediano plazo de la economía, alentando las expectativas. Finalmente, el gobierno implementará un mayor gasto en inversión pública, que es complementaria a la inversión privada. Sin embargo, estos efectos positivos pueden tomar tiempo en materializarse.
En Barclays, creemos que la economía crecerá 3% anual en 2014, principalmente porque la economía de Estados Unidos crecerá a 2.8% anual, incrementando nuestras exportaciones y el mayor gasto público dará soporte a la demanda interna.
Sin embargo, la inversión privada apenas se recuperará. En ese sentido, tendría que ser necesario que el Gobierno empiece a tomar medidas en caso de que no se observe una recuperación pronta de la inversión. El reciente Acuerdo de Certidumbre Fiscal que anunció la Secretaría de Hacienda parece tener buenas intenciones, sin embargo, si resulta que el nuevo régimen tributario no ayuda al crecimiento de la inversión, tendrían que hacer adecuaciones. Al final de cuentas, sin crecimiento, los ingresos del gobierno tampoco pueden aumentar.
Fuente: www.mundoejecutivo.com.mx | Por: MARCO OVIEDO - Analista en jefe de economistas de Barclays
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
Contacto: dir@tudecides.com.mx
Nota: Por lo general todos los artículos cuentan con fuente y autor del mismo. Si por alguna razón no se encuentra, lo hemos omitido por error o fue escrito por la redacción de TuDecides.com.mx.