(CNNexpansión) Tras más de 10 años de moratoria, México y Estados Unidos podrán repartirse parte del 'tesoro' petrolero ubicado en las aguas profundas del Golfo de México y al que se refirió insistentemente el Gobierno mexicano en 2008 cuando se discutió la reforma en materia energética.
Pero las detalles del convenio, que aún no se dan a conocer, determinarán si se trata de una gran oportunidad para México, o de un simple esfuerzo político.
El acuerdo firmado este lunes entre México y Estados Unidos sobre la explotación de yacimientos transfronterizos involucra hasta 50,000 millones de barriles que se encuentran del lado mexicano del Golfo, y que a un precio promedio actual de 100 dólares por tonel, significarían hasta 5 billones de dólares.
"Estados Unidos estima sus reservas en esa área en alrededor de 50,000 millones de barriles, y México estima algo similar. Esta es la cantidad de petróleo que puede haber en juego", explicó Miriam Grunstein, investigadora del Centro de Estudios y Docencia Económicas (CIDE).
El acuerdo, que aún deberá ser aprobado por los poderes legislativos de ambos países, extiende la zona de explotación de los campos con reservas probadas que se encuentren en toda la zona del Golfo de México.
"No todo se encuentra en yacimientos compartidos, pero yo me atrevería a pronosticar que nuestras reservas se incrementarían entre 20% y 30% si se aprovecha este acuerdo", comentó Luis Miguel Labardini, socio del despacho Marcos y Asociados, especializado en consultoría sobre el sector energético.
El país puede elevar sus reservas entre 9,000 o 10,000 millones de barriles, o incluso hasta 22,000 millones, estima Duncan Wood, director de la licenciatura en relaciones internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Petróleos Mexicanos (Pemex) registraba reservas probadas de 13,800 millones de barriles de petróleo equivalente (aceite y gas) a enero de 2011, mientras que en aguas profundas del Golfo de México estima que hay 26,500 millones de barriles de petróleo equivalente en recursos prospectivos, es decir, que se estima que pueden existir en la zona.
México compartiría la renta de cada barril que se extraiga de estos yacimientos en aguas profundas, que hasta ahora son inaccesibles para Pemex.
"Si existe un yacimiento transfronterizo, se va a compartir, independientemente de donde se saque", explicó Labardini.
Bajo este esquema una petrolera estadounidense que extraiga y venda un barril a 100 dólares, obtendrá una renta de 70 dólares, de la cual se deben repartir las ganancias a partes iguales, pero queda pendiente conocer los puntos finos del convenio bilateral.
"La forma en que se van a explotar es a través de un acuerdo de unificación de yacimientos, como se hace en todo el mundo", dijo Lourdes Melgar, directora del Centro de Sostenibilidad y Negocios EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.
La investigadora, quien tuvo acceso a información de las negociaciones del acuerdo, destacó que la reforma energética de 2008 prevé la explotación conjunta de este tipo de proyectos.
A su vez, Petróleos Mexicanos (Pemex) aclaró que hasta ahora no cuenta con evidencia de campos compartidos con Estados Unidos.
"En Pemex no tenemos ninguna evidencia, además no sentimos que haya potencialmente yacimientos importantes que cruzan frontera", expresó José Suárez Coppel, director general de la petrolera, en una entrevista retomada por Reuters.
La imagen muestra los bloques que están bajo contrato y en proceso de licitación a empresas privadas del lado estadounidense del Golfo de México (imagen tomada de http://csc.noaa.gov/mmcviewer/)
El efecto del popote... político
El Gobierno mexicano destacó que con el acuerdo se elimina el riesgo del efecto popote, es decir que las compañías estadounidenses sustraigan hidrocarburos de yacimientos transfronterizos sin compartir las ganancias con México.
La característica de estos yacimientos reside en que su estructura geológica no respeta las limitaciones geopolíticas, por lo que una petrolera puede extraer crudo del cual Pemex no tiene certidumbre de su existencia, o al que no tiene acceso.
Luis Miguel Labardini considera que el acuerdo elimina la incertidumbre en cuanto a los derechos de México sobre estos yacimientos, a reserva de lo que se estipule en el convenio.
"México estaría aprovechando la experiencia y la capacidad de los grandes operadores, lo que optimiza la renta económica", explica.
Duncan Wood coincide en que la petrolera nacional gana la oportunidad de trabajar en conjunto con empresas de Estados Unidos, cooperación que no se permite en aguas mexicanas, y "marcar el inicio de un cambio profundo para Pemex".
Por ejemplo, la anglo-holandesa Royal Dutch Shell ya cuenta con un proyecto en esta área llamado Perdido Development Proyect, para la extracción de petróleo en aguas profundas, y al 2011 ya producía 38,000 barriles por día.
"Ese proyecto es como ver una estación espacial. Shell le ha invertido cantidades fuera de la imaginación humana, ¿de verdad creen que ahora van a venir y regalarnos el petróleo?", cuestiona Miriam Grunstein.
La investigadora del CIDE y especialista en materia de yacimientos transfronterizos cree que el temor al efecto popote desaparece de manera parcial, y considera ingenuo pensar que las petroleras trasnacionales compartirán la información sobre los yacimientos con México.
"En la medida en que no haya operaciones intensivas de Pemex con contratistas en el Golfo de México, no podemos saber qué reservas nos corresponden", subraya.
Grunstein cuestiona el conocimiento que el Gobierno mexicano tiene sobre estas áreas, por lo que es imposible hablar de un acuerdo equitativo entre los países.
"México debió tener más información geológica, geosísmica, perforar más pozos de exploración antes de firmar un acuerdo que se pudiera considerar equitativo".
La investigadora reconoce que en primera instancia la negociación no lastima los intereses de México, pero tampoco trae beneficios, por lo cual la firma del convenio es más un movimiento "político" que estratégico.
"A Estados Unidos no le toca un pelo, y prueba de eso es que lo firmaron", destaca.
Grunstein señala que el acuerdo tomará relevancia si se establece que las petroleras no usarán la 'regla de captura', que permite a las petroleras estadounidenses extraer las reservas de los vecinos que no "están haciendo nada" por sacarlas.
Pemex excavó apenas 18 perforaciones en aguas profundes de 2006 a 2011, un número que contrasta frente a los 101 que realizó Petrobras, o los 37 que hizo Shell en ese periodo, según datos de la paraestatal mexicana.
"Si con el acuerdo se dice expresamente que Estados Unidos no puede acudir a la regla de captura, entonces el presidente tendría razón, y tendríamos que reconsiderar las consecuencias que tiene sobre el efecto popote", expresó.
Fuente: CNNexpansión / Por: Edgar Sigler
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