Ningún año es igual a los anteriores, ni una crisis es igual a otra. Por ello, es importante intuir por dónde podrían ir las cosas en 2012 y reconocer cuáles son los principales factores de riesgo y de oportunidad en el horizonte, para saber cómo nos pueden afectar y preparar una estrategia que nos permita salir bien librados.
2011 resultó ser un año de gran volatilidad en los mercados; las mejores opciones de inversión fueron los bonos de gobiernos como el de Estados Unidos (12% anual en dólares) y el de Alemania (9% anual en euros).
Las materias primas, en tanto, tuvieron un buen primer semestre, apoyadas por el programa de inyección de liquidez de la Reserva Federal, pero no se pudieron sostener en el segundo semestre. Desde México, midiéndolo en pesos, el dólar fue buena inversión (13% anual) y el oro aumentó 10% en dólares.
En contraste, los mercados accionarios tuvieron mal año. Sólo el Índice Dow Jones tuvo un rendimiento de 6%; lo extraño es que las utilidades de las empresas crecieron, lo cual indica que las acciones se abarataron.
Preocupaciones y tareas
En la cuestión geopolítica afrontaremos varios frentes de riesgo: Irán, Siria, Irak, Corea del Norte y Rusia y al mismo tiempo habrá elecciones presidenciales en 39 países, incluyendo Rusia (marzo), Francia (abril y mayo), México (julio) y Estados Unidos (noviembre).
Por lo pronto, el problema de la deuda europea sigue siendo un tema que atemoriza. Europa está en recesión y se tienen enormes vencimientos de deuda de gobiernos y bancos. Por suerte, el Banco Central del Euro abrió líneas de crédito por un monto de 500 mil millones de euros a los bancos, con un plazo a tres años.
Además, habrá importantes vencimientos en Italia; lo que pase en este primer trimestre será clave y nadie estará exento de riesgos.
Las autoridades alemanas están planteando la fusión de los mecanismos de rescate, para acumular un monto de recursos que sea capaz de hacer frente a la transición por la que forzosamente tiene que pasar esta comunidad de países en su camino hacia una mayor integración fiscal.
Esperanzas para México
En Estados Unidos, en tanto, se acelera gradualmente su economía y esto es una excelente noticia para los mexicanos; nuestra industria automotriz, por ejemplo, aumentó su producción en 16% en diciembre, gracias a la fuerte demanda del mercado americano.
En México, el crecimiento del cuarto trimestre pudo ser superior al 4% anual. Junto con la economía estadounidense estamos tomando inercia y estamos viendo un buen nivel de exportaciones manufactureras y señales de mejoría en el mercado interno.
Con todo, el campo atraviesa por una fuerte sequía, el tipo de cambio se nos ha subido de más, y estamos observando una mayor inflación, atenuada, si acaso, por la reducción de las tarifas de interconexión de Telmex.
En las primeras semanas del año, México colocó deuda a largo plazo en bonos internacionales por 2,000 millones de dólares, a una tasa de 3.75%; casi la mitad de lo que paga Italia, ahora con la misma calificación de deuda que México (BBB+).Nuestras reservas internacionales se han ido a los 144 mil millones de dólares, mientras que la deuda pública externa suma alrededor de 100 mil millones.
Si bien es cierto que nuestra nación no ha podido concretar las reformas estructurales que nos harían más competitivos, para crecer a tasas superiores a 8%, en esta coyuntura no nos vemos mal. Uno de los talones de Aquiles de México, es que cerca de 26% de la deuda pública en pesos está en manos de extranjeros, (72 mil millones de dólares), que equivalen a 50% de las reservas internacionales, y los analistas internacionales ven esto como un riesgo potencial.
Sin embargo, debemos resaltar que esta deuda está colocada a un plazo promedio mayor a 5 años, y denominada en pesos. Cuando los inversionistas se quieren salir, observamos un aumento en sus tasas de rendimiento (baja el precio de los mismos) y sube el dólar y obtienen menos dólares por su inversión. Este doble castigo nos impacta en el tipo de cambio y desincentiva la salida de recursos.
En las últimas semanas hemos visto la cara opuesta: en la medida en que varios países europeos bajan de calificación, el factor de ponderación de la deuda mexicana en varios índices internacionales mejora, y esto hace que veamos un flujo creciente de recursos hacia papel mexicano.
Por otra parte, el proceso de las elecciones en México parece que será más competido que lo presupuestado y esto puede traer como consecuencia un ambiente de incertidumbre en la etapa preelectoral, que podría provocar volatilidad en los mercados domésticos en el segundo trimestre.
Si para el final del año, los principales riesgos del entorno internacional se van superando, y pasadas las elecciones en ambos países, se definen las principales directrices de las nuevas administraciones y de sus respectivos congresos, el panorama de las inversiones puede verse favorecido hacia el largo plazo.
En términos generales, las empresas en Estados Unidos y en México se encuentran en una situación muy sana. Se espera que en la casa de nuestros vecinos del norte las utilidades de las empresas crezcan en cerca de 9% y en México, si el crecimiento se mantiene y el tipo de cambio se modera, podríamos observar una mejora en utilidades superior a 10 por ciento.
En este entorno estamos sugiriendo estructurar los portafolios de inversión, de acuerdo con el grado de aversión al riesgo, con una diversificación en instrumentos de deuda corporativos con tasas revisables, o sociedades de inversión que contengan estos instrumentos, y con alguna ponderación en acciones americanas, mexicanas y brasileñas o en fondos de inversión de renta variable en este tipo de títulos.
Fuente: www.mundoejecutivo.mx / ERNESTO O’FARRILL SANTOSCOY Presidente de Bursamétrica /
Publicado por: TuDecides.com.mx
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