A pocos les importa si el director de la empresa es feliz o no, muchos piensan que ya se le paga suficiente como para necesitar saber si el jefe está contento o no en su trabajo.
¿Preguntamos si son felices a los directivos con los que trabajamos? Sí que les preguntamos cómo crean valor para el accionista. No nos atrevemos a inquirir acerca de su bienestar para la creación de valor, pero también para el amor y para la felicidad rige el principio de la oblicuidad que consiste en la idea de que con frecuencia algunas metas se logran mejor cuando se buscan indirectamente.
Nadie se levanta de la cama por la mañana preguntándose cómo añadirá más valor o será más feliz el dia que empieza; más bien repasará las tareas del dia con la esperanza de que creen valor para el accionista y de que le permitan sentirse bien. La cuestión de la felicidad no sería en absoluto irrelevante si los componentes oblícuos de la felicidad coincidieran con los recursos y capacidades que deben tener los directivos para que sus empresas triunfen y perduren.
Así, una investigación ha demostrado que la felicidad proporciona metacapacidades competitivas de difícil imitación, raras y exclusivas que llevan al individuo y , por ende, a la empresa hacia el éxito.
En este mismo tenor, se puede abordar un proceso de coaching basado en el optimismo, el bienestar y las fortalezas de los directivos.
Por lo anterior, es importante lograr que los trabajadores tengan la conciencia de que contar con un jefe o directivo que es feliz y se siente bien consigo logra resultados que impactan positivamente a toda la organización.
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Publicado por: TuDecides.com.mx
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