La escasez de chips ha sido una bofetada de realidad para los fabricantes de vehículos. Durante años, las armadoras, tan amantes de la potencia y la velocidad, no habían querido aceptar que sus autos eran cada vez más parecidos a una ‘computadora sobre ruedas’.
Aunque las primeras unidades de control electrónico aparecieron en vehículos de General Motors y Ford en la década de 1970, para controlar algunas funciones específicas de los motores, –y desde entonces los fabricantes no han dejado de incorporar nuevas– , las armadoras han estado más enfocadas en la mecánica de los autos y no tanto en el software.
Una visión diferente a la que han tenido nuevos jugadores como Tesla, que básicamente concibió a sus autos como un dispositivo electrónico que también servía para trasladarse de un punto A al B. "Realmente diseñamos el Model S para que fuera una computadora sobre ruedas muy sofisticada", dijo Musk en 2015, mientras anunciaba que el Model S sería capaz de recibir actualizaciones de software vía remota.
En la última década, los chips se han vuelto vitales para el funcionamiento de los vehículos, incluso para los más austeros. El automóvil promedio actual puede tener entre 25 y 50 unidades centrales de procesamiento (CPU), de acuerdo con el estudio Computadora sobre ruedas: Disrupción en electrónica automotriz y semiconductores, que controlan funciones básicas dentro del vehículo. Y el nivel de sofisticación aumentará a medida que los vehículos eléctricos y autónomos se acercan a la producción en masa.
Aunque desde hace algunos años ya era evidente que nos dirigimos hacia un futuro en el que los automóviles serán menos 'dispositivos mecánicos' y más 'aparatos electrónicos', ninguna armadora advirtió lo crítico que sería si un día escasearan los chips. Sobre todo considerando que el 80% del suministro global de estos diminutos componentes dependía de un solo proveedor en Taiwán.
"Se suponía que 2021 sería el año de la recuperación, tras la caída de 2020. Nadie esperaba una crisis global de semiconductores. Calculamos que se dejaron de producir alrededor de 585,000 unidades en México debido a esto. En el mundo suman 8 millones de unidades", dijo Gerardo Gómez, director de J.D. Power México.
La escasez de chips, que obligó a las armadoras a detener las líneas de producción en todo el mundo, ha demostrado la alta dependencia que tiene la industria del silicio. Esto inevitablemente hará que los fabricantes tradicionales tengan que replantear sus prioridades.
Así como el precio del petróleo tuvo una gran injerencia en las decisiones que tomaron los altos ejecutivos del sector en los últimos 50 años –en la década de 1970 las armadoras tuvieron que cambiar sus grandes autos con potentes motores por modelos más pequeños y ahorradores en medio de la crisis del petróleo–, ahora el silicio y el litio dictarán el ritmo que seguirá la industria.
"Lo que ahora realmente está determinando el volumen de ventas es la disponibilidad de unidades que hay en los pisos de venta. Y esto depende de la disponibilidad de chips que tiene cada fabricante", dice Gómez, de J.D. Power México.
La capacidad que tengan las armadoras de adaptar sus cadenas a esta nueva realidad será clave para que puedan mantener un inventario estable en sus pisos de venta. Mary Barra, CEO de General Motors, dijo a principios de año que la escasez mundial de chips ha obligado a la empresa a estudiar más de cerca su cadena de suministro.
"Estamos reevaluando y teniendo relaciones directas con los proveedores de nivel dos, tres y cuatro para asegurarnos de que vamos a tener un suministro seguro", dijo Barra.
Fuente: expansion.mx Por: Ivet Rodríguez @Ivet2R
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