El debate en torno a quién responsabilizar por el alza en los precios del petróleo -a los especuladores en el mercado de futuros o a la dinámica de la oferta y la demanda del producto físico- suele perder de vista la cuestión central.
La pregunta en la que debemos centrarnos no es quién aumenta los precios, sino cómo se da ese aumento. Y sobre eso hay muchísimas cosas que no sabemos.
Los precios de futuros, se supone, deben mantener una relación con los precios actuales de las distintas materias primas. Los intercambios comerciales se crearon teniendo eso en mente. Históricamente, el 70% de los participantes del mercado usaban los intercambios con propósitos comerciales.
Así, un agricultor podría ‘protegerse’ o ‘cubrirse’ contra una futura alza en el costo de la semilla o un bajo precio del grano mediante la compra o venta de un contrato de futuros.
La intervención de especuladores se permitía, hasta cierto grado, para proporcionar liquidez al mercado.
Empresas de transporte y aerolíneas, por ejemplo, recurrían al mercado de futuros del petróleo para protegerse contra el incremento del costo del combustible. Y los bancos de inversión facilitaban ese comercio. Los precios del contrato de futuros estaban basados en los precios al contado. En ese entonces, los especuladores eran pocos y las transacciones eran transparentes.
Pero hoy las cosas han cambiado. Actualmente, sólo el 30% de los participantes en la Bolsa Mercantil de Nueva York pueden considerarse personas que efectivamente utilizan los contratos con legítimos propósitos comerciales o de cobertura.
Ese hecho, sumado a la enorme entrada de capital (el flujo ha aumentado 20 veces) en los futuros de materias primas durante los últimos cinco años –alcanzando la cifra diaria de 1,000 millones de dólares en contratos- indican un cambio importante en la manera en que se fijan los precios de futuros.
Hoy, el número de barriles de petróleo “en papel” negociados diariamente en la Bolsa de Nueva York triplica el número de barriles “físicos” que efectivamente se consumen cada día en el mundo.
Podemos decir que la oferta y la demanda del producto físico se han mantenido estables. En el 2005, la producción mundial de crudo era de 84.6 millones de barriles diarios, mientras que el consumo era de 83.6 millones de barriles. Al presente, la producción asciende a 86.5 millones y el consumo a 86.4 millones de barriles. Ese pequeño margen difícilmente justifica que el precio se haya triplicado. ¿Cuál es la explicación entonces? ¿La OPEP?, ¿un dólar depreciado?, ¿una conspiración de los especuladores para manipular el mercado?
Falta de reglas
El problema es que el mercado de futuros ha crecido de manera descomunal, y las reglas de negociación son demasiado laxas, por lo que no podemos desechar la hipótesis de que la especulación es responsable de los altos precios.
Un paradigma claro de desregulación es la tristemente célebre legislación del Congreso estadounidense del año 2000, que permitió las lagunas jurídicas que facilitaron el ascenso de Enron.
Esa legislación consintió que todas las transacciones electrónicas (donde las negociaciones se llevan a cabo directamente entre las partes, sin la mediación de un agente bursátil) quedaran fuera de la supervisión de la Comisión del Mercado de Futuros de Materias Primas de EU (CFTC, por sus siglas en inglés).
Como resultado, el volumen de transacciones y especulación en el mercado de productos básicos se incrementó considerablemente fuera del control de una autoridad reguladora.
“Quizá eso no pase ahora, pero no lo sabemos. Los mercados oscuros (sin transparencia en sus operaciones financieras), ofrecen muchas maneras para manipular” afirma Michael Greenberger, exdirector de la división de Comercio y Mercados de la CFTC.
Para evitar que lo anterior se repita, los senadores estadounidenses Joe Lieberman y Susan Collins han presentado tres propuestas para regular los precios del petróleo: cerrarán los vacíos legales, pondrán un límite a la actividad especulativa permitida por materia prima y reducirán la participación de ciertas instituciones (como los fondos de pensiones) que invierten en el mercado de commodities.
Si las propuestas son aprobadas, promoverán la transparencia en el mercado de futuros. Y si la especulación no es la culpable de los altos precios del crudo, entonces dichas leyes no la afectarán. De cualquier forma, ayudarán a tener una idea más clara de quiénes son los que participan en el mercado y cuál es el verdadero valor del petróleo.
“El debate no puede resolverse sin conocer el trasfondo. Incluso las personas que aceptan el argumento de la oferta y la demanda -como detonador de los precios del crudo- deben aceptar que los mercados son demasiado opacos” explica Greenberg.
Naomi Prins es miembro del grupo Demos y fue directora de Goldman Sachs; autora también del libro “Other People's Money: The Corporate Mugging of America”.
Por: Naomi Prins
Fuente: cnnexpansion
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