Los seres humanos, a diferencia de los animales, desarrollamos un olfato que va más allá de lo físico. Es una especie de don, un talento que nos permite sobresalir en otras áreas y que podemos definir como “olfato para los negocios” o, en el caso de los grandes 9 del fútbol, el “olfato goleador”.
En el caso de los emprendedores, esa habilidad la vemos en la capacidad de dar forma a las ideas haciendo que las cosas ocurran al convertirlas en iniciativas, planes y realidades.
Podemos decir que ese don del olfato nace en el interior de cada ser, es una energía espiritual que tiene el poder de materializar ideas. Para lograrlo, necesitamos empoderarnos y utilizar esa fuerza interior para reconocer aquello que nos apasiona tanto hasta el punto de convertirlo en el eje de nuestra vida.
Este empoderamiento es el resultado de la sumatoria de conocimiento y acción. Es una gimnasia que nos prepara para saber detectar oportunidades. Y en este contexto vale citar una definición que leí hace un tiempo, no recuerdo donde: “Oportunidad es la invención de una solución para un problema descubierto por estar en el momento justo en el lugar correcto”.
Otra característica fundamental para ejercitar el olfato emprendedor es tener cierta cuota de rebeldía, una especie de insatisfacción interna que funciona como un motor que busca soluciones donde otros ven problemas. Otro factor diferencial emprendedor es la capacidad de contactar con pares, haciendo un culto del networking productivo en búsqueda de nuevos desafíos.
El olfato del emprendedor exitoso funciona de la siguiente manera: inhala conocimiento y oportunidad; exhala pasión y compromiso.
El olfato emprendedor finalmente funciona también como una especie de fuente de sabiduría práctica que nos puede orientar en la búsqueda de respuestas para las cuatro preguntas básicas: ¿dónde estaba ayer, dónde estoy hoy, dónde quiero estar mañana y cómo lo haré?
Y ya que hablamos de olfato emprendedor y oportunidad, parafraseando a Anthony de Mello, “La oportunidad nunca llégala oportunidad ya está aquí”, como le pasó al hombre de este cuento:
“En el anuncio decía claramente: ‘Se vende preciosa casa frente al mar. Tiene 3 plantas, jardín y piscina. Valor $1 dólar’.
“— ¡Pero qué tontería! Protestó el vagabundo y tiró el periódico al suelo. Dando vueltas por ahí en busca de comida vio el mismo aviso en una pared y más tarde cuando se disponía a cruzar una calle pudo ver un enorme afiche en el que estaba escrito el mismo anuncio de venta: ‘Se vende preciosa casa frente al mar. Tiene 3 plantas (pisos), jardín y piscina. Valor: un dólar’.
“El vagabundo se quedó pensando. Sintió curiosidad por saber qué clase de broma podría ser esa, y decidió averiguar pues no tenía nada que perder, además del último dólar que le quedaba en el bolsillo. Al llegar a la dirección vio la casa, llamó a la puerta con timidez y le abrió una elegante mujer.
“— Disculpe usted, vengo por lo del aviso ¿es una rifa o un chiste?
“— ¡Nada de eso! La casa está a la venta. Dijo la mujer.
“— Sí, bueno, mire, hablo del valor. ¿Realmente vale un dólar?
“—Sí, así es. Si le interesa puede entrar a mirar.
“Emocionado sacó del bolsillo de su pantalón el último dólar que le quedaba y desde ese momento se convirtió en el propietario de la maravillosa casa. Aun así, decidió preguntar la razón por la cual la vendían tan barata; la mujer sonriendo le respondió: ‘Antes de morir mi marido indicó en su testamento que yo debería vender la casa y luego transferirle el dinero de la venta a su amante. ¡Hombre y no podía cumplir el último deseo de un moribundo! Estuve publicando el anuncio cada semana desde hace seis meses pero ha sido usted el único que ha decidido venir. ¡Que tenga un buen día!’ — dijo la mujer al alejarse”.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Fuente: emprendedoresnews.com/ Por: Marcelo Berenstein
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