Cuando escribo, como ahora, me encuentro atrapado entre la idea de escribir y el acto en sí. Estoy seguro que es el mismo dilema que uno tiene cuando decide si estudiar cómo emprender en la universidad o emprender en la calle. En realidad, son dos disciplinas distintas y totalmente incompatibles. Al menos eso pienso.
Pienso que los estudios están perdidos en la idea de emprender y se oponen al verdadero hecho de emprender; están perdidos en la discusión de cosas que en realidad no son relevantes en las calles donde viven ustedes, mis lectores. Ése es el propósito de mi texto: tener sentido en la calle, tener sentido en su vida. Que el crear una empresa, operarla y dominarla tenga sentido, hasta el grado de convertirse en una estrella.
Pero, ¡Ojo! dije “que se convierta en una estrella”, me refiero a la empresa, no a ti. La diferencia entre ambos objetivos es crítica. El papel del emprendedor debe ser uno solo: que su proyecto se convierta en una estrella, que sea exitoso y que se distinga de entre los demás.
Eso también es el tema de este post llamado “En la calle”, donde las vidas nacen y se hacen, algunas para brillar y otras para desvanecerse y olvidarse. El punto es que descubran y emprendan tal y como se actúa en la calle: a través de prueba y error, tomando decisiones incorrectas y otras acertadas; que comprendan que una empresa está hecha de músculos y huesos, imaginación y deseo, determinación y agallas, rompiendo los antiguos hábitos y creando unos nuevos, pensando, soñando, hablando, susurrando.
Esto me lleva a preguntar, ¿Cómo tantos ingredientes que componen a una persona, indescriptibles para cualquiera que no ha experimentado lo mismo que tú, se juntan para hacer que te levantes cada día para continuar el viaje y luchar contra los obstáculos que, por un lado te dificultan el camino y por otro te estimulan, para convertir lo invisible en visible, para que después puedas moldearlo como quieras y llevarlo al éxito?
Así es como la aventura emprendedora nace y crece. Por medio de la inspiración que provoca el inicio. Por la magia que se encuentra en el comienzo y la emoción de sentir la imaginación despertando. Por las inmensas posibilidades que se encuentran a tu alrededor, por las ideas escritas en una servilleta. Por el reto que significa confrontarte a ti mismo en la calle, en la oficina o simplemente en tu camino a casa.
¿Esto te hace sentido?, ¿Experimentas la abundancia de pensamientos sobre tu actual o potencial emprendimiento?, ¿Sabes que puede ser controlado?, ¿Te das cuenta que cualquiera de nosotros puede salir de su estado de confusión a un estado de evolución?
La primera pregunta que debes hacerte
Entonces, empecemos este proceso con la primera pregunta que un emprendedor debe hacerse; ¿Qué falta en esta imagen? Ve a tu alrededor. Ve los negocios en tu calle. Ve tu negocio con ojos vacíos. Ve la conversación que estás teniendo, la gente con la que te relacionas, las promesas que has hecho. ¿Qué es lo que falta?
Esto es el comienzo de la búsqueda. El inicio de crear un entendimiento de emprendedor, que la mayoría de las empresas no entienden. Sobre cómo muchas ideas no se convierten en realidad, o mejor dicho, nunca se hacen realidad como esperamos. Entonces, ¿Qué falta? Pregúntatelo, persíguelo y hazme saber si lo descubriste. Estaré aquí esperándote.
Fuente: www.soyentrepreneur.com
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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