Una gran visión requiere de poder imaginar viable y consistente lo que otros auguran como una excentricidad conceptual. La imaginación es un componente sustancial de la creatividad.
Henry Ford ha sido una de las figuras empresariales que más interés ha concitado en el universo académico relativo a los negocios y empresas.
Son pocos los libros en los cuales en alguna parte no aparezca una referencia a su persona, su estilo, sus anécdotas o frases celebres que se le atribuyen.
De todos modos siempre estigmatizado, siempre estereotipado, siempre crucificado en relación a prácticas antiguas (uff, si…producción en serie) ya superadas como elemento diferenciador de ventaja competitiva sostenible..
Obviamente vamos a intentar descubrir si además de las cualidades estratégicas de management lo acompañaban cualidades creativas.
Se me ocurre pensar que se fue uno de los primeros impulsores fervientes de la fabricación en serie; esto ya lo ubicaría en un rango innovador reconociendo que la práctica en sí misma de la fabricación en serie no es una praxis, digamos, divergente.
Parece una contradicción, quizá lo sea, no tiene importancia.
Sin embargo quizá haya sido la práctica más eficaz, la selección más cuidadosa, el elemento justo para cumplir con su gran visión (solo los grandes estrategas formulan grandes visiones o, mejor aún, la llevan eficazmente a la práctica).
Esta era la visión de Ford: construiré un automóvil para la multitud…su precio será tan bajo que todos los hombres con buen sueldo podrán tener uno y disfrutar con su familia la bendición de horas de placer en los grandes espacios abiertos de Dios….cuando haya terminado, todo el mundo podrá comprarlo y todos tendrán uno. El caballo desaparecerá de nuestras carreteras, el automóvil se dará por sentado y (nosotros) emplearemos una gran cantidad de hombres y les daremos un buen sueldo
Profético ¿verdad? Una gran visión requiere de poder imaginar viable y consistente lo que otros auguran como una excentricidad conceptual. La imaginación es un componente sustancial de la creatividad.
Un ferviente defensor de semejante práctica (producción en serie) quizá nos ha hecho pensar que Ford no consideraba el cerebro como la herramienta indispensable y diferenciadora para sus empleados. Veamos está anécdota:
En un determinado momento Ford contrató un especialista (un consultor en el lenguaje de hoy en día) para que analizara el rendimiento de su empresa. El experto se mostró muy complacido con todo el funcionamiento de la compañía en general y de sus empleados en particular, excepto uno. En el momento de brindar el informe se dirigió a Ford en estas palabras respecto de ese individuo: en ese despacho hay un holgazán que está desaprovechando el dinero que la compañía invierte en él. Toda vez que pasé por su oficina lo he encontrado sentado y con los pies en el escritorio. Henry Ford replicó: ese hombre tuvo una vez una idea que nos ahorró millones de dólares y da la casualidad que en el momento que se le ocurrió…estaba sentado con los pies en el escritorio.
Aleccionador ¿verdad?
Vean que interesante reflexión hacía Henry Ford hace cerca de cien años (100) respecto de la tradición, de los expertos, del conocimiento adquirido y, en definitiva, de cómo escapar a conductas resistentes al cambio, la creatividad y la innovación:
No siempre es fácil alejarse de la tradición. Por eso es que quienes dirigen todas nuestras nuevas operaciones son siempre hombres que no tienen conocimiento previo en la materia y, por lo tanto, no han tenido oportunidad de ponerse en términos realmente de familiaridad con lo imposible. Convocamos a expertos técnicos para apoyar cada vez que su ayuda parece necesaria, pero un técnico nunca dirige una operación. Nuestra respuesta invariable a “no puede hacerse” es “ve y hazlo”. Este razonamiento intuitivo tiene que ver con lo que Thomas Khun definía en estos término.: cuanto más éxito tenga una persona con un paradigma particular, más difícil es que lo deje ir cuando ya no se pueda aplicar
Aún a pesar de esa predisposición a las sugerencias y la innovación es justo reconocer que no pudo ver a tiempo la fabricación de autos a color cuando definió la situación con una frase memorable: “pueden tener el color del auto que prefieran, siempre y cuando elijan negro”. GM se adelantó en esta disputa y diseñó el sistema de producción de autos con diferentes colores.
Ford Motors tampoco pudo ver el alcance del código de barras cuando a pesar de haberlo adquirido en una cartera de patentes; dejó escaparla y permitir que sea NCR quién realmente le diera impulso.
Esto me hace pensar varias cosas:
1. Cuando hablemos de Henry Ford, evitemos caer en la trampa de catalogarlo únicamente como uno de los impulsores del trabajo en serie.
2. Todas las empresas deben aprender a convivir con procesos contradictorios y ambiguos de “adherencia a lo establecido” y “nuevas prácticas y oportunidades”.
3. La visión de CEOs, gerentes y ejecutivos son fundamentales para insuflar en la organización aires de renovación conceptual, y ubicar a la compañía como aspiracionalmente creativa.
4. Una gran imaginación, origen de una fuerte y anticipatorio visión parece provocar reacciones más potentes en la búsqueda de medios para la consecución de los fines. La movilización es otra, la energía también.
5. Como hizo Ford, evitemos evaluar al personal exclusivamente por su contracción al trabajo y su esfuerzo (a pesar de ser un valor elogiable y estimulable). Descubramos que tienen en su cerebro….el arma del futuro.
Gracias Ford. La tenías clara…
fuente: emprendedoresnews.com
escrito por:
• Prof. Germán Castaños. Creativo. Consultor en creatividad. www.ideavip.com.ar.
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