¿Han pensado si nuestro modo de pensar el éxito es erróneo? El conocido filósofo empresarial Jim Rohn dijo alguna vez que “Los pocos que hacen son la envidia de los muchos que sólo miran.” Solemos acercarnos a las historias de éxito desde un punto de vista bastante parcial.
¿Por qué? Muchas veces se nos olvida lo que siempre hay detrás de un triunfo: el esfuerzo, la dedicación y, aunque suene determinista, el contexto. Hacemos oídos sordos a lo que realmente implica llegar a dónde está esa persona que tanto admiramos. No solamente me refiero a los fracasos previos y los obstáculos que lograron sortear. Además de esas gotas de sudor y lágrimas de sangre, influye también el lugar de dónde vienen: su educación, su cultura, su familia, sus amigos, sus conocidos… Las singularidades que nos definen a lo largo de nuestras vidas.
El sociólogo Malcolm Gladwell afirma lo siguiente: “La gente no se eleva de la nada”. Los grandes empresarios y los artistas que logran redefinir una época son productos del mundo en el que crecieron. En su libro Fuera de serie. Por qué unas personas tienen éxito y otras no, Gladwell insiste en que nadie alcanza el éxito por sí solo. Solemos preguntarnos acerca de los que triunfan las mismas preguntas: ¿cómo son?, ¿qué tan inteligentes son?, ¿cuál es su modo de vida?, ¿nacieron con algún talento? Si bien esas respuestas forman parte de su ascenso hacia la cima, no es lo único.
Las 10,000 horas para ser un experto en algo
En medio de ciertas ventajas ocultas y herencias culturales de los triunfadores, hay una ley: la práctica hace al maestro. Gladwell sugiere que el número mágico de la verdadera maestría es diez mil horas. ¿Por qué? “La práctica no es lo que uno hace cuando es bueno. Es lo que uno hace para volverse bueno”. Tomemos el caso de Wolfgang Amadeus Mozart. A los 6 años, el austriaco comenzó a escribir música y compuso sus obras maestras hasta los veintiuno. Las obras posteriores son magníficas porque obviamente tenía muchos años de experiencia componiendo. Su esplendor llegó en su madurez creativa.
Puedes nacer con cierto talento, pero si no llegarás muy lejos si no lo desarrollas y, sobre todo, trabajas ardumente. Recuerda que “los que están en la misma cumbre no es que trabajen un poco o bastante más que todos los demás. Trabajan mucho… mucho más.”
Eight Days A Week
Hablemos de uno de los grandes grupos musicales de todos los tiempos: los Beatles (justamente que hoy se cumplen 50 años de la icónica fotografía del álbum Abbey Road). Empezaron a tocar en 1957 y su éxito rotundo llegó unos años después: en 1964, cuando desembarcan en Estados Unidos y comienzan a grabar una serie de canciones que cambiaron la historia de la música. ¿Qué pasó antes? Los Beatles solían ser invitados a tocar a Hamburgo. Pero no era una gira cualquiera.
Los conciertos que brindaban en esa ciudad alemana se diferenciaban por lo siguiente: ¡tenían que tocar durante 8 horas o más todos los días de la semana! En un concierto normal, un(a) cantante o grupo se enfoca a los éxitos, a las mejores canciones y, casi siempre, a un par de canciones nuevas para promocionar su álbum más reciente. En el caso de los Beatles en Hamburgo, tenían que improvisar y “encontrar otra manera de tocar”, incluso caían en una dinámica parecida a los jazzistas. La experiencia también les dio callo para presentarse en un escenario. Cuando llegó el momento decisivo, ya tenían mucho tiempo componiendo y tocando en conjunto. Gladwell hace cuentas y resulta que tenían 10,000 horas o más cuando el éxito tocó a su puerta.
¿Y el contexto?
Que te toque vivir en un tiempo idóneo y con las circunstancias necesarias para tener éxito es cuestión de suerte. Gladwell lo reitera: “El sentido de posibilidad, tan necesaria para el éxito, no viene solamente de nosotros o de nuestros padres. Viene de nuestro tiempo: de las oportunidades particulares que se nos presentan en nuestro lugar particular en la historia”. Muchos de nosotros podemos pensar que el éxito es mucho más fácil de alcanzar en un ámbito poco tradicional como la programación. Revisemos el caso de Bill Gates. Él mismo reconoce que su vida ha sido una “serie increíblemente afortunada de eventos”. Tuvo la oportunidad de aprender a programar desde edad muy temprana y, para cuando tenía quince o dieciséis años, pasaba ocho horas diarias frente a su computadora. Bill Gates, al igual que Bill Joy (el fundador de Sun Microsystems), tenían mucha experiencia cuando apareció la oportunidad dorada: la revución informática. Estas leyendas de Silicon Valley no es que se impusieron a la adversidad, ¡sino que lo que se presentó como una adversidad en un inicio se transformó en la oportunidad de sus vidas! “Ambos trabajaron duro en un campo relativamente oscuro sin grandes esperanzas de éxito mundano. Pero entonces… ¡pum! Se produce la revolución informática y ellos tenían sus diez mil horas en el morral. Estaban listos”. Puede llegar la oportunidad que estabas esperando, pero si no estás preparado (no sólo mentalmente, sino con toda la experiencia que necesitas), no podrás aprovecharla al máximo.
Pero no todo está dicho
La tesón y la capacidad de benefician altamente de la creatividad y del “don de gentes”. Si la creatividad es una de las cualidades cruciales para el éxito, también lo es la inteligencia práctica (o emocional, que ya hemos abordado en otros artículos). Es primordial el saber qué decir a quién, cuándo decirlo y cómo decirlo para lograr el máximo efecto. ¿Qué esperas? Recuerda que “El éxito es talento más preparación”. La pasión, el talento y esfuerzo son los que, en suma, te brindaran esa ventaja acumulativa de las 10,000 horas. ¡Repiensa el éxito!
Fuente: entrepreneur.com / Por: Karen Villeda
Publicado por: TuDecides.com.mx
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