Te encuentras en una reunión entre amigos. Todo iba muy bien hasta que se te hizo un nudo en la garganta por no saber cómo responder la pregunta que te acaban de hacer. Y bien… “¿cómo vas con tu empresa?” Es una pregunta sumamente incómoda para quien no le están saliendo las cosas cómo pensaba.
Antes de darte por vencido en tu emprendimiento, dejemos la película en pausa por un momento y analicemos los posibles escenarios en los que podrías encontrarte.
A pesar de que en México existe una fuerte cultura emprendedora, la realidad es que aprendemos a través de ensayo y error. Para ser emprendedor no basta tener conocimientos en mercadotecnia, finanzas o incluso conocer los aspectos técnicos de un producto. El emprendedor debe ser capaz de aprender más allá de su formación, pues debe ser empático, resiliente y visionario. Pero fundamentalmente, tendrá que transformar oportunidades en soluciones rentables.
Después de haber hecho una planeación adecuada, llegará la hora de soltarse de la orilla de la alberca y comenzar a nadar. El emprendedor iniciará operaciones, habrán costos, gastos e ingresos de por medio y su producto deberá estar bien diferenciado. Tendrá que ofrecer una solución atractiva para el segmento al que irá dirigido para asegurar su lugar en el mercado.
Por supuesto, nos gustaría que todas las ideas de negocio funcionaran a la primera, pero por más fuerte que sea el deseo del emprendedor para alcanzar el éxito, habrá que hacerle muchos cambios a la idea inicial antes de hacerla rentable. Recordemos que en el ecosistema emprendedor existen muchos jugadores y situaciones que escapan de nuestro control. Factores políticos, económicos, sociales, tecnológicos, ecológicos y legales (PESTEL), deberán tomarse en cuenta a la hora de querer penetrar el mercado. Como en el ajedrez, estaremos obligados a diseñar una buena estrategia y así poder hacerles frente a imprevistos y salir victoriosos.
Sin embargo, la estrategia que creíamos infalible no siempre marchará bien. Para beneficio del emprendedor, existe un sinnúmero de caminos que llevan al éxito y no son los mismos para todos. Lo que pudiera funcionar para una empresa de una industria o giro, no lo será para otra. Es por ello que te recomendamos revisar estas 7 reglas antes de darte por vencido; probablemente existen muchas soluciones que no habías contemplado.
Regla1: El cliente no tiene la culpa de tu “fracaso”
Eres el único responsable del éxito de tu proyecto, la planeación es la punta del iceberg para alcanzar tus objetivos. Considera que habrán obstáculos que vencer y la mejor forma de hacerlo es tomando decisiones siempre con información. Entrecomillé fracaso porque hay que cambiar este término por el concepto de aprendizaje. Cuando existan equivocaciones, lo mejor será aprender del error haciendo un análisis de las causas por las que se incurrió en él, llevar un registro de cómo se solucionó y seguir adelante. Así cuando te vuelvas a enfrentar a una situación parecida no tardarás en descifrar qué ruta seguir.
Regla 2: Analiza la causa que está deteniendo tu empresa
Imagina que te capacitan para pilotar un avión. Sabes perfectamente cómo despegar, volar y aterrizar. Sin embargo, cuando te piden realizar un vuelo la cabina no tiene un tablero de control. No tienes GPS, y también desconoces a qué velocidad o altura estás. Evidentemente no podrás llegar a tu destino aunque seas el piloto más experimentado. Lo mismo pasa con las empresas. Este tablero de control se conoce como indicadores de desempeño. No importa el tamaño de tu organización, o en qué etapa de emprendimiento te encuentres, si ya iniciaste operaciones, debes de establecer criterios que te informen sobre si tu negocio va bien o no.
Los indicadores pueden ser muy sencillos, como medir ventas ya sea en unidades o en dinero que ganaste al mes; incremento o decremento en costos de distintos periodos; devoluciones, quejas, recomendaciones; márgenes de utilidad, ticket promedio, o hasta retorno de inversión en campañas publicitarias. Recuerda que todo lo que se pueda medir, se puede mejorar. El secreto está en descubrir los indicadores clave del negocio y en tener claros los objetivos que deben cumplirse para que todo marche a la perfección. La información obtenida, facilitará la toma de decisiones asertiva.
Regla 3: No hay crecimiento sin reinversión
El hecho de que el negocio tenga ventas, no significa que puedes tomar todo el dinero para uso personal. Piensa que tu proyecto tiene costos fijos y variables, éstos deberán estar cubiertos si se quiere mantener la operación. Si lo ordeñas, lo estarás condenando cerrar. En vez de esto asigna un porcentaje de ahorro (después de cubrir todos los egresos) para reinversión. Así, si tu capacidad instalada deja de ser suficiente para cubrir la demanda, tendrás capital para crecer y ganar más porcentaje del mercado.
Otro punto importante en esta regla es la inversión en uno mismo y no me refiero a regalarte el reloj que siempre quisiste, sino a estarte capacitando continuamente. Como lo mencioné al inicio, debes aprender nuevos conocimientos fuera de tu área de expertise. Algunos ejemplos son, marketing digital, desarrollo organizacional, generación de contenido para social media, fotografía, edición de videos, finanzas y más herramientas para ayudarte a generar nuevos clientes (y mantener a los que ya tienes).
Regla 4: Mejora lo que se pueda
No todo es gasto y reinversión para poder mejorar tus condiciones. El orden, la limpieza, la atención al cliente y el contenido de redes sociales (por mencionar algunos factores) requieren de una mínima inversión para mantener una buena imagen de tu empresa. Por el contrario, descuidar estos factores, puede representar una pérdida significativa sin que lo sepas. Un excelente consejo es crear encuestas en línea para conocer la experiencia que tu cliente tiene de ti y así poder estandarizar la calidad de servicio. Si ya estás pensando en crear indicadores para este punto, felicidades, tendrás clientes que volverán felizmente a comprar.
Regla 5: Busca ayuda
No eres superhéroe, difícilmente tendrás las respuestas a todas tus preguntas. Si no sabes hacer algo o te encuentras en una situación que supera tus capacidades, no temas en buscar ayuda. Nadie te va a juzgar por hacerlo, así que deja el orgullo y apóyate de quien lo necesites. Internet es una herramienta altamente poderosa, en especial los tutoriales de YouTube, pero verifica siempre que las fuentes sean confiables.
Regla 6: Sobrevive el que mejor se adapta
Para aquellos factores que escapen de tu control, establece un plan de acción. Ten por seguro que el entorno está en constante cambio y deberás hacerlo con él si es que no quieres morir como la “rana hervida de los negocios” (búscalo en google). Observa lo que tus competidores están haciendo diferente de ti y por qué, tal vez allá algo que no has considerado del todo y podría salvar tu emprendimiento. Investiga las tendencias de tu industria, qué nuevas tecnologías y estrategias están surgiendo y evalúa su implementación en tu empresa.
Regla 7: Trabaja por el objetivo de largo plazo
¿Recuerdas por qué decidiste emprender? ¿Cómo te imaginabas que impactarías la vida de los demás con tu producto o servicio? ¿Cuál fue tu visión al comenzar con tu proyecto? El objetivo de largo plazo es la meta y la brújula que debes consultar para tomar decisiones. Cuando te sientas confundido en saber si estás haciendo lo correcto, recuerda la razón por la cual estás trabajando tan duro (más importante aún, si te encuentras en momentos difíciles o no hayas motivación para seguir). Pero la recompensa sólo llegará para quien no pierda de vista su objetivo y aprenda a tener una mentalidad “resuelve problemas”.
Si tu cabeza está llena de dudas o no estás ganando lo que esperabas, deja de pensar en tirar la toalla. Es importante que sepas que el retorno de inversión de los proyectos de emprendimiento puede llegar de entre 6 meses hasta 5 años dependiendo de su naturaleza y de la capacidad que el emprendedor tenga para aprovechar las oportunidades. Recuerda seguir estas siete reglas, y si ya estás arriba del ring, ponte en guardia y da lo mejor de ti porque el primer contrincante que tendrás que vencer, eres tú.
Fuente: entrepreneur.com / Por: Alejandro Urbán
Publicado por: TuDecides.com.mx
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