Stepphen Cheung, profesor asociado Dalhousie University, Canadá, en un artículo dirigido a los investigadores universitario los incita a desarrollarse en el área de la consultaría académica, como una forma más amplia de desenvolverse como profesional y al mismo tiempo, obtener un ingreso extra.
Cheung, tomó en el último año la decisión de crear su propia empresa de consultoría para las áreas de
El académico ya contaba con un laboratorio de investigación y pesaba sobre sus hombros una carga docente considerable. Además, su familia estaba en plena etapa de expansión. Todos esos factores, en conjunto, lo llevaron a tomar la decisión de ser consultor.
A pesar de que partió desde cero, vio en esto una excelente oportunidad de crecimiento profesional y personal, sin abandonar el mundo académico.
La creación de su propia empresa la concibió como una extensión natural de su propia evolución como investigador.
Estas son algunas razones de Cheung para establecer el servicio de consultoría, a tiempo parcial, en un determinado campo de investigación.
En primer lugar, destaca que una de las realidades fundamentales de la vida universitaria es que los criterios principales para avanzar en la profesión académica son la obtención de becas de fuentes tradicionales de financiación y publicacione y que se la da poco valor a la investigación aplicada y a las colaboraciones con el sector industrial y empresarial, a pesar de que haya, varias posibilidades de financiación en estos ámbitos como en las ramas más tradicionales.
Sin embargo, la formación académica y el historial investigador, tanto en investigaciones teóricas y aplicadas, han otorgado experticia al profesional. Es por ello que el proceso de aplicar el conocimiento teórico básico a situaciones específicas del mundo real resulta intelectualmente emocionante.
Además, la investigación aplicada también requiere un nivel de velocidad y eficiencia que, a menudo, es difícil de lograr cuando se trabaja en un entorno universitario tradicional.
¿Qué ventajas específicas tiene el crear su propia consultoría, partiendo de que usted es un académico?
La ventaja más evidente es fiscal. Como empleados de universidades, un investigador no puede hacer constar como gastos algunos costes legítimos como viajes para asistir a congresos, libros o ciertos programas informáticos no cubiertos por las becas de investigación.
Al tener algún tipo de oficina en casa, en la que se hace buena parte del trabajo, como consultores autónomos pueden deducir gastos asociados con el despacho de casa y otros gastos de investigación, pero se debe saber separar adecuadamente la universidad de la propia empresa.
La consultoría es una aventura empresarial de relativamente poco riesgo, por lo general, los gastos indirectos, en términos de equipo e infraestructura, son mínimos y lo habitual es que usted sea el único empleado.
Existen acuerdos colectivos en la mayoría de las instituciones académicas, por ejemplo en Canadá, que permiten que los miembros del cuerpo docente lleven a cabo labores extracurriculares de consultoría, siempre y cuando demuestren que no interfieren con su ocupación principal de investigador universitario.
Por lo tanto, la empresa tiene la habilidad de "hibernar" durante un periodo determinado, bien sea por falta de tiempo o por falta de contratos, con consecuencias financieras mínimas. Uno puede invertir el tiempo que desee en el nuevo negocio. Y si las cosas salieran mal, el trabajo de la Universidad no se habrá perdido.
Dada su amplia experiencia en su campo de investigación, el investigador ya es una autoridad reconocida en su ámbito. Por lo tanto, ya ha logrado el objetivo empresarial esencial: el reconocimiento de marca. Su principal reto se convierte en lograr que el mundo empresarial conozca sus habilidades y la manera en la que les pueden beneficiar.
Sin embargo, la vida de consultor no está hecha para todos. Una de las principales dudas a las que uno se enfrenta a la hora de emprender una nueva aventura empresarial es el temor a carecer de las habilidades corporativas necesaria, pero a un investigador nadie le enseñan formalmente a dar clase durante la formación universitaria de posgrado, lo mismo puede decirse de las habilidades empresariales y del espíritu empresarial.
Una de las características esenciales de un buen investigador es la posesión de una fuerte tendencia empresarial y que las similitudes entre un sólido programa de investigación y un modelo empresarial son numerosas.
Dentro del entorno investigador, lo que se hace es básicamente, dirigir las propias pequeñas empresas. Los objetivos en el mundo académico, las becas y las publicaciones, se semejan a los de las empresas, que buscan inversiones de financiación a la par que producir resultados de calidad.
Al igual que cualquier empresa, los investigadores tienen el constante desafío de emplear y financiar a los mejores empleados (esto es: alumnos, técnicos e investigadores posdoctorales) mientras que se esfuerzan por proporcionarles oportunidades para que sigan desarrollando sus capacidades. Por lo tanto, sólo hay un paso, relativamente sencillo, entre la dirección de su propio laboratorio y la dirección de sus propias empresas.
Sin embargo, existen algunos obstáculos importantes, inherentes a la creación de una consultoría basada en la propia especialidad investigadora, que podrían ser insalvables. Como las siguientes:
Al trabajar fuera de la universidad, uno está completamente a cargo de su póliza de seguros y de sus responsabilidades. Esto puede ser difícil de obtener en campos en los que no existen organizaciones o colegios profesionales específicos.
En relación con la estructura universitaria, uno también es completamente responsable de cualquier autorización ética que se le pudiera requerir para llevar a cabo su trabajo.
Aunque es cierto que las labores de consultoría podrían "hibernar", no se debe subestimar el compromiso temporal que suponen. Además del trabajo, se requiere tiempo adicional para la gestión del negocio y la mayoría de los investigadores tienen poca experiencia en contabilidad o en derecho mercantil.
Asimismo, tampoco se debe menospreciar la posibilidad de que el negocio se expanda más allá de sus capacidades, exigiendo una estructura más formal y/o la contratación de más empleados. Es en este punto es donde resulta útil un sólido plan empresarial.
Al final, la universidad puede ser el trampolín perfecto para desarrollar una labor consultora complementaria. No importa lo aparentemente especializado o general que sea su campo de investigación: con casi toda probabilidad, existirá un mercado para la aplicación de ese conocimiento y alguien dispuesto a pagar por ello. Lo divertido es tender el puente entre ambos.
Publicado por: TuDecides.com.mx
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