En los tiempos actuales, la llamada guerra por el talento ha minado considerablemente los valores que antaño solían caracterizar a las empresas. En la medida en que hoy en día moverse de una compañía a otra es cada vez más común, palabras como “compromiso”, “dedicación”, “excelencia”, etc., han caído en desuso.
Una persona no necesaria ni exclusivamente cambia de empleo por falta de crecimiento y/o perspectivas, sino que también inciden en su ánimo otros factores, tales como la ausencia de liderazgo en la compañía en la que trabaja, la carencia de una filosofía y, en consecuencia, poca o nula admiración hacia dicha empresa.
Es por ello que de poco o nada sirve hallar al talento que suponemos adecuado para los propósitos de nuestra compañía, si no somos capaces de ofrecerle las condiciones adecuadas para desarrollarse, crecer y, por ende, sentir arraigo y pertenencia.
Así, en la actualidad se ha vuelto imperante para las empresas contar con líderes capaces de generar una admiración tal entre sus colegas y subalternos, a partir de la cual una empresa pueda no sólo retener al talento, sino también alimentarse a sí misma de pasión y orgullo de pertenecer a la empresa.
Cuidar nuestra imagen para proyectar seriedad, autoridad y poder. En este sentido es menester predicar con el ejemplo: si esperamos compromiso, mostrarnos comprometidos, si exigimos dedicación hacer patente, primero, la nuestra.
Revisar los estímulos que emitimos como el de alentar a nuestro equipo de trabajo; mostrarnos interesados en sus ideas, trabajo y proyectos comunicará nuestra confianza hacia ellos y se sentirán valorados.
Brindar las herramientas laborales apropiadas para que puedan desempeñar sus funciones correctamente, así como estar al pendiente de su superación, al otorgarles capacitación constante en áreas que sean afines a sus tareas.
Ser cordiales y amables, ya que las buenas maneras vuelven más agradable la vida en el trabajo. Algunos puntos básicos de amabilidad que serán muy valorados por nuestro equipo de trabajo serán, por ejemplo: saludar a nuestros empleados por su nombre, nunca olvidarnos de pedir las cosas por favor y reconocer un trabajo bien hecho, así como ser prudentes y respetuosos.
Evitar, definitivamente, hacer llamadas de atención públicamente, si tenemos la necesidad de expresar alguna inconformidad, inexcusablemente tendrá que ser de manera privada ya que esto evitará que se sientan humillados. Al discutir la situación, es muy importante hacer críticas constructivas y sólo criticar el desempeño profesional, nunca a la persona, siendo muy claros en los puntos en los cuales se requiere mejoría, también es importante destacar los aspectos positivos que le permitirán motivarse a mejorar. En cuanto notemos que el motivo que generó la corrección está siendo modificado debemos dar a conocer que estamos al pendiente del progreso.
Brindar amplias oportunidades a todos los colaboradores. Impulsar la política de puertas abiertas y ser capaces de delegar responsabilidades confiando en el juicio de nuestro personal son otras formas eficaces de promover su desarrollo profesional y acercarnos así, al camino para ser buenos líderes eligiendo ser leones al mando.
Fuente: www.mundoejecutivo.com.mx / ANA OROZCO -Consultora en Imagen Pública
Publicado por: TuDecides.com.mx
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