“Si no puedes hacer lo que amas, ama lo que haces”...una frase trillada que es fácil decir, pero difícil de aplicar. ¿Qué hacer para disfrutar lo que hacemos cuando no se trata del trabajo de nuestros sueños?
En un entorno económicamente hostil y con la situación de desempleo, sería poco realista pedirte que renuncies a tu trabajo hasta encontrar el que verdaderamente te haga feliz. Pero si podrías cambiar la forma en que experimentas tu trabajo y la manera en que te desafías a ti mismo mientras lo realizas.
Si estamos esperando que todo lo que hacemos nos produzca placer y felicidad viviremos eternamente frustrados. En su libro 'Fluir. Una psicología de la felicidad', Mihaly Csikszentmihalyi menciona que para mejorar la vida hay que mejorar la calidad de la experiencia. Aprender a tomar el control de lo que sucede en nuestra mente.
Para logralo plantea dos estrategias principales que mejoran la calidad de vida:
1. Intentar que las condiciones externas se adecúen a nuestras metas. Es decir, obtener del mundo lo que deseamos. Generar planes de acción que nos acerquen a nuestras metas.
2. Cambiar la forma en que experimentamos las condiciones externas. Observar de un modo más amable lo que vivimos de manera que seamos capaces de disfrutar lo que la vida nos brinda aunque las cosas no sucedan como esperábamos.
Ambas estrategias deben de ser complementarias. No funcionan de manera aislada o desequilibrada. Las experiencias óptimas no caen del cielo, dependen de nuestras acciones y de nuestros pensamientos.
Por ejemplo: Si mi sueño es trabajar como Director de comunicación de una empresa transnacional de la industria del entretenimiento, me enfoco a tal grado en un puesto específico que automáticamente se reducen mis posibilidades de adecuar las condiciones externas a mis metas.
No hay nada de malo en enfocarnos para alcanzar nuestros sueños, sin embargo, también tendríamos que estar preparados mentalmente para adaptarnos a una realidad distinta y no sólo eso, incluso llegar a disfrutarla.
El autor propone el concepto de flujo como una opción para encontrar recompensas en los acontecimientos de cada momento. En lugar de estar siempre esforzándonos por alcanzar el premio que está fuera de nuestro alcance, empezar a recoger las verdaderas recompensas de la vida.
5 ideas para disfrutar de tus actividades rutinarias
1. Equilibrio entre metas y habilidades
Para disfrutar lo que hacemos es importante plantearnos metas y actividades que nos desafíen y emocionen, pero sobre todo que sean tareas que podamos alcanzar gracias a nuestras habilidades.
Si no existe un equilibrio entre los retos que nos planteamos o que se nos presentan y nuestras habilidades para alcanzarlos, nos sentiremos ansiosos, abrumados, frustrados o aburridos, por lo tanto no será una experiencia agradable.
2. Presencia y conciencia en tus acciones
Tener una meta clara y utilizar todas nuestras habilidades para alcanzarla, nos obliga a estar presentes y a enfocar nuestra atención en las acciones que estamos realizando.
Estamos tan involucrados que actuamos de manera espontánea y automática. No hay separación entre la persona y la acción. Es así que podemos fluir de manera consciente, casi sin esfuerzo avanzamos hacia nuestro objetivo.
3. Metas claras y retroalimentación
Además de la claridad en lo que tenemos que hacer, es importante poder medir los avances que obtenemos conforme vamos realizando la actividad, lo que nos brinda recompensas y satisfacción de manera inmediata. Cuando las métricas son a mediano o largo plazo, corremos el riesgo de desmotivarnos.
Por ejemplo, si mi meta es escribir dos cuartillas sobre determinado tema, podré medir mis logros conforme voy avanzando en el desarrollo de los textos.
4. Concentración en el aquí y el ahora
Cuando una actividad acapara nuestra atención por completo no deja espacio para la información que no sea relevante. No somos presas de pensamientos o preocupaciones compulsivas que nos impiden disfrutar del momento.
En vez de frustrarnos por lo que no sucedió en el pasado o preocuparnos por lo que viene en el futuro, podemos ocuparnos de dar lo mejor de nosotros mismos en el presente.
5. Dejar afuera el ego
Enfrentarnos al desafío de mejorar nuestras habilidades constantemente, nos obliga a olvidarnos de nosotros mismos para poder conectarnos con nuestro entorno y recordar que somos parte de un sistema mayor a nuestra personalidad individual. Aprender a brindarnos y no sólo estar pendientes de nosotros mismos.
Nuestra obsesión por conseguir el trabajo perfecto es quizá lo que nos impide valorar el que ya tenemos y tratar de sacarle el mayor provecho. No se trata de ser conformistas, sino de aprender a disfrutar lo que hacemos día a día, mientras llega el momento de conseguir el cambio que deseamos.
¿Crees que hoy puedas enfrentar a tu empleo con una mejor actitud?
Fuente: www.altonivel.com.mx / POR: Marcela Hernández y Hernández, Coach Empresarial y de Vida
Publicado por: TuDecides.com.mx
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