Quién diga que un empleo o empresa te mantiene motivado de manera continua, miente rotundamente. No soy la única en pensar así, en el país 59 de cada 100 líderes reconocen que un gran reto es crear compromiso entre los colaboradores, según datos de Deloitte.
El dilema es ¿qué sucede, cuando, el problema no es la empresa sino la persona? Cuando el colaborador siente que ya no puede más en ese lugar, con sus colegas, con las actividades y el rumbo que tomó su vida laboral. Pregunta entre tus amigos, familiares y verás que más de uno se ha levantado cuestionándose ¿qué hago en este lugar, con esta gente?
“Mi vida se ha vuelto tan monótona, que casi voy a arrastras todos los días a la oficina. No sé si elegí bien esta empresa, lo único sincero es que quiero salir huyendo” -relató Iván Monroy- un empleado que se acercó en busca de asesoría de carrera.
Lo primero que destaqué con Iván, como lo comentaría con quien se ve ‘asaltado’ por la duda de cambiar de actividad profesional, área, empresa, es que nadie está exento de esta inquietud, particularmente entre los 35 y 40 años donde- dicho por los expertos- comienza una etapa de madurez profesional. Para ese momento, el ‘idealismo’ con el cual se inició la carrera se transforma en ‘realismo’, es decir, has descubierto por las buenas y por las malas qué amas o detestas de tu profesión, qué tipo de proyectos entusiasman o frustran, ¿qué te vincula a cierta (s) empresas?
¿Estás listo para cambiar?
Sentirse a estas alturas completamente desmotivado puede ser el impulso para dar un giro 360 grados en lo que haces, como Iván, que de abogado cambio al rubro gastronómico. Pero esto depende de la condición de cada persona, por ejemplo ¿se está en un momento económico, familiar, apto para hacerlo?, ¿qué tan apegado se está a ciertas creencias?, es decir, a principios que no te atreves – a veces por miedo- a cuestionar. Uno típico: “estudié X carrera, aquí quiero trabajar, de lo contrario, soy u otros me verán como looser (perdedor)”.
Cada quien tiene su propia percepción de lo que es profesionalmente hablando, pero independiente a ello, antes de ir a presentar la renuncia, o de empezar a enviar currículums a destajo para hacer un cambio, te invitaría a responder estos tres puntos:
- ¿Por qué pienso que necesito una transformación profesional?
- ¿Cómo lo hago?
- ¿Cuándo?
Los especialistas llaman a esto ‘aplicarse’ en responder las tres A’s (por sus siglas en inglés): Assess, adjust, advance: Evaluar, ajustar, avanzar.
Para evaluar, empieza por responder ¿qué emoción te genera tu actividad profesional?, ¿por qué te levantas diario a cumplir cierto cometido laboral? Si lo primero que viene a tu cabeza es “aborrezco lo que hago, pero la paga lo vale”, es una alerta importante de cambio, porque la satisfacción y el desarrollo a nivel profesional está vinculado – entre otros aspectos- a un sentido de bienestar, no sólo a salario. Vale aclarar que no hay respuestas buenas o malas, lo importante es clarificar ¿por qué quieres un giro?, 80% de las veces la persona, desconoce las razones, de peso, que lo vinculan a cierta actividad.
¿Cómo hacerlo?
Cuán rápido se ejecute un cambio y hacía qué rumbo depende del perfil y tipo de trayectoria. Por ejemplo, Iván Monroy eligió actividad profesional por influencia familiar, pero además tiene destrezas para desempeñarse como abogado, lo que condujo a que otros (amigos y familiares externo) reforzarán lo bueno que puede ser en esta actividad. Desapegarse de “eso que ha construido” requirió mucho esfuerzo y trabajo personal.
En el momento que respondes ¿qué me vincula con esta tarea, trabajo, empresa?, de paso, empiezas a profundizar en tus aptitudes y en competencias. Esto es de gran ayuda para definir hacía dónde enfocar el cambio, con qué recursos cuentas para ello y qué te hace falta. Aquí aplica el ‘principio de realidad’. No es lo mismo replantear un giro hacía algo similar a lo que has venido desempeñando, a levantarte un día y decir “quiero ser músico en una orquesta”, a los 45- 50 años, cuando por décadas has ganado conocimientos, experiencia, contactos y habilidad, entre otros factores, en otra actividad.
La transición es diferente si se utilizó los primeros años de carrera en reconfirmar la vocación y se usa esa experiencia para mirar a otro horizonte laboral, donde aprender y trabajar nuevas habilidades, partiendo de un área que deseas explorar más y que disfrutas. ¿Hacia dónde encaminar un cambio? Puede ser un movimiento lateral en la empresa (lo que representa otras funciones y responsabilidades, aunque no necesariamente más jerarquía), un emprendimiento orientado a la carrera, pero, cual sea la decisión, necesita identificar ¿en qué se traduce esa nueva actividad? respecto a satisfacción, motivación, desarrollo laboral y profesional y qué implicaciones tiene esa transformación.
¿Cuándo dar el gran brinco?, esto también depende de tu etapa como profesional. La sugerencia es preguntarte ¿qué competencias he desarrollado y cómo puedo encaminarlas a un nuevo escalón?.
De entrada, los primeros siete a 10 años de carrera, un cambio de especialidad o área no tiene graves consecuencias, mientras mayor la experiencia hay que valorar qué conocimientos se tienen más afianzados, y que sirvan de trampolín a la transición anhelada. Iván, por ejemplo, poco conocía de comida y proveedores (lo que debió desarrollar a la par de que trabajaba su cambio de carrera), pero sí tenía nociones de cómo gestionar un negocio de ese tipo.
¿Cambios después de los 45-50 años? No son imposibles, pero sí más complejos, especialmente por el prejuicio que hay en el mercado laboral sobre edades. Pero, si estás en esta etapa, y dispuesto (a) a mirar a otro horizonte, hay que pensar con mucho detalle qué proyectos pueden sacar el mejor provecho a la experiencia ganada.
La transición de una carrera no surge de la noche a la mañana, pero más vale decir ‘lo intenté’, a ‘me quedé con las ganas’. Analiza en qué áreas puede haber un retorno (no sólo económico) de experiencia que te produzca mayor satisfacción y ¡adelante!
Un colaborador más satisfecho con lo que hace es, de paso, más comprometido. Y, sino, pregúntenle a un empleador.
Fuente: www.altonivel.com.mx / Ivonne Vargas La autora es especialista en Recursos Humanos del portal de empleo Bumeran.com. Autora del libro ¡Contrátame! Especialista en temas de educación, desarrollo laboral y gestión. Ganadora del Premio por Investigación Periodística en Recursos Humanos (México, 2013- 2014). Puedes seguirla en @vargasivonne
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
Contacto: dir@tudecides.com.mx
Nota: Por lo general todos los artículos cuentan con fuente y autor del mismo. Si por alguna razón no se encuentra, lo hemos omitido por error o fue escrito por la redacción de TuDecides.com.mx.