De todos los países de América Latina, México es el más interesado en su propio pasado y cultura, y para probarlo basta echar un vistazo a las largas filas para entrar a diversas galerías de arte y museos.
Graeme Stewart, periodista escocés que vive en la ciudad de México, indaga acerca del entusiasmo museístico de su país anfitrión.
Se podría decir que, de todos los países de América Latina, México es el más interesado en su propio pasado y cultura, y para probarlo basta echar un vistazo a las largas filas para entrar a diversas galerías de arte y museos. Miles se forman para ver las exposiciones más recientes; las escenas recuerdan a aquellas que se ven en las grandes galerías de arte y museos en Madrid, París, Londres y Florencia.
Pero hay una gran diferencia: en los grandes centros del arte en el mundo muchos, si no es que la mayoría de los que hacen fila frente al Prado, el Louvre, el Museo Británico o los Uffizi, son turistas. En México, la abrumadora mayoría de los que aguardan bajo el rayo del sol son mexicanos, gente común y corriente decidida a no perderse las más recientes exposiciones de arte que se inauguran en las grandes ciudades del país.
Los mexicanos tienen una cultura de la cultura, es decir: parecen tener un profundo interés en asuntos relacionados con sus raíces. Y cuando esas raíces se materializan en alguna muestra, no dudan: escuelas, fábricas y empresas se movilizan, compran boletos y aseguran su sitio en las filas que pueden llegar a serpentear alrededor de un par de manzanas citadinas cuando multitudes de entusiastas mexicanos esperan su turno para deleitarse con el arte, la ciencia y la historia.
Los clásicos
De acuerdo con el sistema de información cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta, el organismo federal dedicado a asuntos culturales), de los mil 121 museos que hay en todo el país, 137 están en la ciudad de México. Cuando visite la capital mexicana, ¿por qué no empezar por algunos de los lugares que no debe perderse?
• Para ver arte prehispánico diríjase al Museo del Templo Mayor (Seminario 8, Centro Histórico), donde se exhiben piezas únicas que se encontraron en el principal centro ceremonial azteca. El museo tiene dos áreas, dedicadas a los mundos material y espiritual de la cultura mexica. En una escala más pequeña, Diego Rivera diseñó con estilo mexicano el Anahuacalli , “la casa de la tierra sobre el lago”, su estudio en la calle de Museo, en la delegación Coyoacán. Las culturas prehispánicas de todo el país tienen su Museo de Antropología (Paseo de la Reforma y Gandhi), uno de los más grandes del mundo.
• Aquellos interesados en el arte del México colonial y del siglo XIX encontrarán piezas maravillosas en el Museo Nacional de Arte (Munal, Tacuba 8, Centro Histórico). Los entusiastas también deberían echar un vistazo a las exposiciones de artes decorativas en el Museo Franz Mayer (Av. Hidalgo 45, Centro Histórico).
• El Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico) es un complejo dedicado a exposiciones temporales.
• Para quienes gustan del arte sacro están el Museo de la Basílica de Guadalupe (Plaza de las Américas, Villa de Guadalupe) y el Museo de las Sagradas Escrituras (Alhambra 1005-3, Col. Portales).
• El arte moderno es una de las cartas fuertes de México, y no faltan lugares para admirarlo. Dos excelentes opciones son el Museo Tamayo (Paseo de la Reforma y Gandhi), construido en 1981 por Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, y justo en la acera de enfrente, el Museo de Arte Moderno . Las salas redondeadas de sus edificios gemelos albergan una muestra completa de pintura del movimiento artístico mexicano del siglo XX.
• Hay varios museos dedicados a la vida y la obra de Diego y Frida, incluyendo el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo (Diego Rivera 2, Col. San Ángel Inn) y el Museo Casa Frida Kahlo (Londres 247, Col. Del Carmen Coyoacán).
• México es bien conocido por sus artesanías, y el mejor lugar para admirarlas es el recientemente inaugurado Museo de Arte Popular (Revillagigedo esquina con Independencia, Centro Histórico).
• La ciencia y la tecnología están representadas en tres museos que se localizan en el Bosque de Chapultepec: el Museo de Ciencia y Tecnología , Papalote Museo del Niño y el Museo de Historia Natural .
Raros & interesantes
Puede ser que las colecciones menos conocidas y misceláneas de la ciudad de México resuman la insaciable sed nacional de espectáculos y exposiciones. Sólo una sociedad adicta a la cultura puede frecuentar museos tan diversos como:
• Museo de la Caricatura (Donceles 99, Centro Histórico). En un edificio del siglo XVIII que alguna vez fue Colegio de Cristo. Los visitantes pueden ver ejemplos de esta disciplina que datan de 1840 a la fecha.
• Museo del Zapato (Bolívar 36, Centro Histórico). Zapatos exóticos, raros y especiales, desde la antigua Grecia hasta el presente, en una sola sala.
• Museo Archivo de la Fotografía de la Ciudad de México (a un lado del complejo del Templo Mayor). Fascinantes fotografías que muestran el desarrollo de la capital.
• Otros temas inusuales incluyen el Museo de la Pluma (Av. Wilfrido Massieu, Col. Lindavista), el Museo del Chile y el Tequila (Calzada Vallejo 255, Col. Vallejo poniente), el Museo Olímpico Mexicano (Av. Conscripto, Col. Lomas de Sotelo) y el maravilloso Museo Interactivo de Economía (Tacuba 17, Centro Histórico), cuya sede fue el Convento de Betlemitas en el siglo XVIII.
Atraer multitudes
Carlos Philips Olmedo director general de tres de los museos privados más populares: el Dolores Olmedo, el Diego Rivera Anahuacalli y el de Frida Kahlo, cree que la necesidad mexicana de arte y cultura nace del amor nacional por el color y la forma.
En un respiro durante la exposición de Diego Rivera en el Palacio de Bellas Artes, afirma: “Sí, es un fenómeno pero es natural, no sólo para los mexicanos sino para toda la humanidad. Sólo vea el trabajo humanístico de grandes artistas como el escultor británico Sir Henry Moore y vea cuán populares son en todo el mundo. Las grandes obras de arte tienen el poder de mover a la gente; es intríseco a nuestra naturaleza tener interés en el arte, buscar el arte y expresarnos por medio del arte.
“Busque en todo México y encontrará que hay una profusión de color en todo, desde nuestros hogares hasta nuestra ropa y nuestra comida. Quizá los mexicanos tengamos una necesidad especial de ver cosas bellas y coloridas. También entendemos cómo una artista como Frida Kahlo sufrió dolores atroces y lidió con ellos por medio de su arte. Eso nos llama la atención; podemos identificarnos con ello.
“Por eso creo que el anhelo del arte es intrínseco a la naturaleza humana. Tal vez es un poco más intrínseco en los mexicanos; somos gente exuberante, muy positiva y podemos identificarnos con las grandes obras de arte muy fácilmente”.
El poder de la publicidad
Una refrescante ráfaga de escepticismo vino de Felipe Solís, director del Museo Nacional de Antropología, un hombre que ha dirigido numerosas exposiciones de talla internacional, tanto en el territorio nacional como en el extranjero.
El Museo Nacional de Antropología es la joya de la corona de los museos mexicanos. El gigantesco complejo tiene 26 áreas de exposición organizadas para mostrar todas las culturas prehispánicas locales a través del tiempo. Para obtener lo mejor de ellas, los interesados deberían planear al menos dos visitas. Atrae decenas de miles de personas cada fin de semana y la demanda es aún mayor cuando recibe muestras especiales, como la de Faraones en 2006 o la de Persia en 2007.
Sin embargo, Solís no comparte la idea de que los mexicanos tienen una relación especial con el arte. Más bien, apunta, la asistencia masiva a exposiciones de alto perfil obedece a tres factores: culto, publicidad y entrada gratuita para niños menores de 13 años. Siempre pragmático, dice: “Pienso que la creencia de que los mexicanos tienen una afinidad especial con el arte no es más que un mito. Sí, cientos de miles asisten a las grandes exposiciones, pero temas como los faraones o Frida Kahlo son tópicos de culto.
“Por poner un ejemplo de otro culto, si yo pudiera montar una exposición sobre Diana, la princesa de Gales, habría filas que darían la vuelta a la manzana, día y noche, por semanas. Y una exposición no atraerá gente a menos que esté bien publicitada. Además, recuerde que los niños menores de 13 años entran gratis a los museos. De hecho, sólo 14 por ciento de los visitantes de este museo pagan por entrar. Así que los padres traen a los niños y las multitudes crecen. Si usted visita cualquiera de los museos pequeños e independientes, no encontrará muchos visitantes. Lo siento, pero no creo que los mexicanos tengan un deseo inherente de arte y cultura mayor que el de otros”.
Hacia adentro y afuera
La antropóloga Alejandra Gómez Colorado, radicada en la ciudad de México, tuvo el gusto de disentir de Solís. Ella está orgullosa de que sus compatriotas parezcan tener un insaciable deseo de admirar grandes obras de arte.
Gómez Colorado, quien participó en la supervisión de la exposición dedicada a los Faraones en el Museo Nacional de Antropología, cree que asistir a muestras como las de Faraones y Persia ayuda a los mexicanos a asumir su lugar en el mundo. Explicó: “Durante siglos los mexicanos miraron hacia adentro y de alguna manera se sintieron apartados del mundo. Siempre hemos tenido mucho arte y mucha cultura, pero todo había sido mexicano. Incluso hoy, nuestro orgullo es el Museo Nacional de Antropología, que cuenta la historia, o las historias, de nuestra Historia. Así que, cuando viene una exposición internacional, los mexicanos acuden a verla. Les gusta sentirse parte del mundo, vincularse no sólo con el arte mexicano, sino también con el arte y la cultura de Europa, Asia y África. Les da la sensación de pertenecer a una comunidad más amplia y de que México se ha sacudido sus actitudes insulares”.
Al organizar una muestra, Gómez Colorado entiende la importancia de planear, promover y comercializar; después de todo, eso es parte de su trabajo. “Nadie puede negar que el diseño y la distribución de una exposición son importantes, como lo son la prensa y la publicidad. Es verdad que estos factores pueden impulsar o destruir una exposición. Por ejemplo, la exposición de Frida Kahlo en el Palacio de Bellas Artes estuvo bellamente diseñada, de modo que primero interesaba al visitante con sus primeros bocetos y luego con fotografías de Frida y sus coetáneos, antes de presentarle a los espectadores sus grandes obras. Esas cosas no suceden por accidente, sino que se planean cuidadosamente para incrementar el disfrute de todo aquel que se tome el tiempo para venir”.
El primero en la fila
Así que, ¿naturaleza o educación? La discusión continuará, pero la mayoría de los expertos piensa que el deseo de los mexicanos de admirar grandes obras de arte, o incluso el trabajo de los artesanos en los pueblos, es inherente al carácter mexicano.
De cualquier forma, después de ver las aglomeraciones para las grandes exposiciones, no pienso correr el riesgo: seré el primero en la fila.
Fuente: www.RevistaEscala.com.mx
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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