Increíble pero cierto: la Antártida es hasta ahora el escenario turístico de mayor crecimiento año tras año. La temporada 2007-2008 convocó a 34,000 paseantes y según estimaciones de la IAATO (Asociación Internacional de Operadores Turísticos a la Antártida), en la temporada 2008-2009 la cifra rondará los 50,000 visitantes.
Pero esto no es todo; los números seguirán con crecimientos exponenciales, toda vez que en la IAATO confluyen cerca de 100 operadores turísticos de todo el mundo dedicados con ahínco a la organización de cruceros y otros viajes al punto más austral de la tierra. Esto habla de su gran potencial como punto de negocios. Los viajes lo mismo incluyen desembarcos en tierra y excursiones con fines científicos que tours centrados en el impacto ambiental en una zona sensible al calentamiento global y la preservación del ambiente. Por el momento, más de la mitad de los paseos son acaparados por personas mayores de 60 años, pero nuevas rutas más exóticas y sui géneris están atrapando a otros targets que no sólo desean climas gélidos durante todo el viaje: Tahití y Bora Bora (para los lunamieleros), la Isla de Pascua y la Polinesia.
Sólo cruceros expedicionarios
Pero no todas las navieras ni todos los cruceros están listos para surcar las aguas del círculo polar antártico. Sólo barcos de exploración adaptados para soportar el clima pueden hacerlo.
Un claro ejemplo, al que Alto Nivel tuvo la oportunidad de visitar en Acapulco, es el Prince Albert II, de Silversea, así llamado en honor al príncipe Alberto de Mónaco.
El nombre es, sin duda, el indicado para un navío dedicado a la exploración y la conservación de los océanos, la vida salvaje y las culturas indígenas, pues el Principado de Mónaco (donde está el corporativo de Silversea) es reconocido por su investigación marina. Basta señalar que Alberto I, abuelo del príncipe, fue pionero en ciencias oceanográficas: al inicio del siglo xx exploró el archipiélago ártico de Svaldard y fundó el Instituto Oceanográfico de Mónaco.
Construido en 1989 y bautizado antes como World Discoverer II, el navío hizo escala en los astilleros de Fincantieri, en Trieste (Italia), donde fue sometido a remodelaciones para cumplir su nueva misión exploratoria. De entrada, cambió de nombre y aumentó el tamaño de los camarotes, lo que redujo su número, de 175 a 132. Todos son de superlujo, con vista al mar y servicio personalizado (la relación tripulacióncliente es casi uno a uno). Todo está incluido.
Luego acondicionó su sexto nivel para un Observation Lounge, donde los turistas pueden apreciar los paisajes. Después, reforzó toda su estructura para resistir el paso por estas aguas.
Finalmente –y quizá éste es el punto más importante–, el Prince Albert II decidió incluir en su tripulación a un grupo de expertos que explican a los pasajeros la naturaleza de cada sitio visitado.
Así, cada expedición incluye un equipo de expertos, desde biólogos y ornitólogos hasta historiadores y especialistas en cambio climático o en formación de glaciares, elegidos cuidadosamente para presentar la vida salvaje, la orografía, el clima y la cultura del sitio visitado.
RUTAS BAJO CERO
Si algo caracteriza las rutas de los navieros que se enfilan rumbo al sur es su variedad: de Tahití a la Polinesia; de Ushuaia (la ciudad más austral del mundo) a la Antártida; de Buenos Aires al Pasaje Drake; y de Santiago de Chile a los fiordos chilenos. Hay tanto por explorar que los expedicionarios pueden pasar hasta 48 días sin repetir destinos donde anclar.
En el caso de Silversea, la naviera pensó que el espíritu de aventura se potencia con itinerarios desestructurados, con horarios tentativos y flexibles. Así, la expedición puede permanecer más tiempo en un sitio sin cronómetro y hacer desviaciones cuando el clima, la naturaleza o la mera curiosidad lo dicten.
Al final, estos viajes exploratorios y de gran placer se convierten en un negocio redondo para todos. Para las navieras, porque más allá de los fuertes gastos que deben hacer en algunos rubros (combustible, permisos, provisiones, mantenimiento y gastos de staff) aprovechan una veta hasta antes olvidada. Para los destinos y los gobiernos, porque los turistas nunca dejan de hacer desembolsos en cada población.
Y para el mundo entero, porque atraen la atención sobre los efectos del calentamiento global. Desafortunadamente, en México (ver recuadro) aún no lo hemos entendido.
¿Y en México?
Triste pero cierto. En 2009 nuestro país recibirá 1.2 millones menos paseantes en crucero. Esto se traduce en pérdidas por casi 90 millones de dólares. ¿Las causas? Los efectos de la crisis estadounidense, el alza en los precios del combustible y la imagen de inseguridad que proyecta el país son las obvias, aunque hay una que viene a complicar el escenario: el nuevo impuesto que tendrán que pagar los cruceros en el país (25 pesos por crucerista, a partir del 1 de enero de 2010).
Por lo pronto, para la temporada 2009-2010, el país registrará 600 arribos de cruceros menos (cada uno con 2,000 pasajeros en promedio).
¿Los destinos más afectados? Loreto, Mazatlán, Puerto Vallarta, La Paz, Cabo San Lucas, Topolobampo y Cozumel.
La situación es crítica toda vez que en los últimos ocho años el sector venía creciendo a un ritmo de casi 11% anual, llegando a 6.5 millones de visitantes en la temporada 2007-2008, con una derrama económica de 500 mdd. El nuevo impuesto se presenta como un retroceso, ya que México se hizo líder de la región Caribe en los años 90 gracias a una circunstancia similar, cuando Bahamas procedió de igual manera con un impuesto existente.
POR: ULI SES NAVARO/ Fuente: altonivel.com.mx
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
Contacto: dir@tudecides.com.mx
Nota: Por lo general todos los artículos cuentan con fuente y autor del mismo. Si por alguna razón no se encuentra, lo hemos omitido por error o fue escrito por la redacción de TuDecides.com.mx.