(CNNexpansión) La temporada decembrina es, para muchos, tiempo de vacaciones y de ‘consentirse' con algunas compras, producto del aguinaldo recibido. Otros, por el contrario, en lugar de recibir un "felices vacaciones" podrían tener una notificación de despido.
"Hace tres años mi jefe me dio la noticia de que no necesitarían mis servicios otro año, y justo a principio de diciembre. Eso me produjo un shock porque era la peor temporada para quedar desempleado. Pero también ayudó a tomar medidas, como no exceder los gastos y ver cómo empezaría a buscar trabajo en enero", platica Joel Gutiérrez, diseñador gráfico.
Aunque no se esperan despidos masivos para el inicio de 2012 (sólo 8% de 4,800 empleadores encuestados por Manpower planea reducir su nómina, por ejemplo), "es una realidad que algunos jefes cierren el año sabiendo que deberán disminuir su plantilla los próximos meses y nunca es fácil dar esa información a los empleados", dice la psicóloga y experta en reclutamiento Berenice Espinoza.
En enero de 2010, en la economía estadounidense se tenía registro de más de 71,000 empleados despedidos, de acuerdo con un informe de la consultora de recursos humanos Challenger Gray. En México, en el primer trimestre de 2011 la tasa de desempleo se ubicó en 5.38% de la Población Económicamente Activa (PEA), según datos del INEGI.
Esta cifra habla de una realidad: como empleado no estás exento de perder el trabajo. Según un análisis de la publicación Business Week, un empleado promedio tiene entre una y tres posibilidades de ser despedido. Si esto sucede en esta temporada hay que ocupar el receso para crear un plan de acción, menciona Espinoza.
"El despido es sinónimo de un futuro incierto, y si se da en temporada festiva es un golpe más fuerte a la autoestima del empleado. Se puede tomar unos días para informar a la familia y asimilar la salida, pero lo importante es moverse cuanto antes", dice Liliana Pérez, psicóloga por la Universidad del Valle de México.
Si el despido es por una causa injustificada, se puede hacer una demanda legal y con ello conseguir una indemnización, sin que esto signifique la reinstalación en el puesto. Por ley se tiene hasta dos meses para presentar este documento, dice Claudia Flores, abogada por la UNAM.
En general, explica Flores, el empleado tienen que estar atento a negociar su finiquito. La ley otorga tres meses de liquidación más 20 días por año trabajado; a esa cantidad se suma la parte proporcional de vacaciones, aguinaldo y utilidades, en caso de existir.
En opinión de Espinoza, el primer paso es organizar un plan económico, en especial en estas fechas que la tendencia apunta a excederse en gastos. "En mi caso, tuve tiempo de ajustar los planes de vacaciones, cancelar un viaje y reducir las compras, pues no sabía cuánto tardaría en conseguir otra oferta laboral, que llegó dos meses después", detalla Gutiérrez.
Debido a que son semanas de poca actividad, Espinoza señala que el colaborador debe ocupar la temporada para entrenarse en su siguiente búsqueda, por ejemplo, actualizar la red de contactos, cambiar el currículo e, incluso, aprovechar para pensar en las razones que provocaron el despido.
"A veces los empleados son buenos en lo que hacen, pero no tienen una relación favorable o cercana con sus superiores, así que son los primeros en salir ante la reducción de personal. O, quizá, la empresa no tiene posibilidad de crecer, a ese tipo de reflexiones se tiene que llegar en un despido para no caer en lo mismo en la siguiente contratación", menciona la especialista en reclutamiento.
Para Liliana Pérez, ser despedido en ésta época en particular genera mayor ansiedad, lo que orilla a caer en actitudes negativas, como empezar ‘chismes' entre los demás empleados y hablar mal de los jefes, a manera de desquitar la frustración laboral. Lo recomendable es hablar directamente con el superior para conocer los motivos de la salida y evitar una ‘revancha profesional', porque las empresas en donde la persona busque contratarse pedirán referencias.
Cuando se es despedido, expresa Espinoza, la persona tiene cierto poder de negociación, sobre todo si fue por elementos ajenos a su desempeño. Hay que sacar provecho de esta situación, por ejemplo, solicitando cartas de recomendación y realizando un respaldo de los proyectos en que se participó.
Estar desempleado no es sinónimo de quedarse deprimido en el hogar. Hay que aprovechar ese tiempo para establecer un cronograma de trabajo donde se especifique cómo se llegará al siguiente empleo, es decir: cuántas horas para hablar a los contactos, cuántas para dar seguimiento al envío de un currículo y cómo prepararse para cuando los reclutadores pregunten sobre la salida del empleo anterior, entre otros aspectos, expresa Soria.
Fuente: CNNexpansión
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