NUEVA YORK — Los bancos centrales europeos aplicaron la semana pasada un nuevo recorte a las tasas de interés. El Banco de Inglaterra rebajó sus tasas de 4.5% a 3%, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) disminuyó su tasa por medio punto para dejarla en 3.25%. La medida llega una semana después de que la Reserva Federal (Fed) redujera su tasa de fondeo a 1%, su nivel más bajo desde el inicio de la burbuja inmobiliaria.
Los recortes sorprenden dado que, 4 meses atrás, el BCE había elevado las tasas para controlar los temores de inflación asociados con los altos precios del combustible y los alimentos.
Sin embargo, en estos últimos meses el proceso de desapalancamiento que ha afectado al sector financiero se ha acelerado y la actividad económica se ha ralentizado considerablemente. Por ello los políticos han cambiado su postura, afirmando que la caída en los precios de los commodities disminuirá la presión de un aumento en los salarios y ayudará a una mayor estabilidad en los precios.
“Verdadera preocupación”
Pese a ello, los recortes a las tasas han sido tan dramáticos que sugieren que los bancos temen que la desaparición de billones de dólares en el colapso de los mercados crediticio e inmobiliario frene la demanda de bienes de toda clase, provocando una caída en los precios sin precedentes desde la crisis de 1930.
Entre los bancos centrales “hay una verdadera preocupación sobre una inflación descendente” explica Lena Komileva, economista y agente bursátil de Tullett Prebon. Y añade que esa inquietud se refleja en los agresivos recortes a las tasas registrados últimamente alrededor del mundo.
Numerosos economistas, no obstante, señalan que no hay razón para que las economías modernas se enfrente a la perspectiva de la deflación –una caída en la oferta del dinero que, al aumentar el valor de la moneda y bajar los precios, provoca una desaceleración en la actividad económica e incrementa la deuda de la personas y las empresas.
Pero los sucesos del último año han dejado claro que la amenaza de producir más dinero y ponerlo en circulación no es suficiente para restaurar el equilibrio de las economías endeudadas.
Desde hace 15 meses la Fed se ha dedicado a recortar la tasa de interés y diseñar políticas para dar liquidez al sistema financiero. Otros bancos centrales se unieron a esta expansión monetaria coordinada, hasta que la quiebra de Lehman Brothers desencadenó la nacionalización parcial del sistema financiero global. Desde entonces, los bancos centrales han recurrido a todo tipo de programas en un intento por ayudar a las instituciones financieras y descongelar los mercados crediticios.
De acuerdo a Komileva, los gobiernos de EU y Europa, que inicialmente ignoraron los problemas estructurales de los mercados financieros, se han embarcado en “una política sobreexpansionista” en la cual el gasto del gobierno intenta apuntalar la demanda del alicaído sector privado.
Crédito restringido y poca demanda
Así como la Fed no pudo evitar que la sobreapalancada economía estadounidense cayera en recesión, se cree que tampoco podrá prevenir -a pesar de las inyecciones masivas de liquidez- una profunda disminución en la demanda mundial.
Según Komileva, hoy, cuando hay poco crédito disponible, la demanda de bienes podría caer por debajo de la oferta (un desajuste que ya es visible en la industria automotriz norteamericana, por ejemplo, donde las ventas han caído un 32% en relación al año pasado y están en su peor nivel en más de veinte años).
Lo primero que suelen hacer las empresas ante la baja demanda es recortar personal, algo que dentro del contexto de un mercado laboral ya débil provoca mayor disminución el gasto del consumidor, ocasionando a su vez menos demanda y precios más bajos.
No todos creen que la deflación es una verdadera amenaza: “Lo que importa, si es que vamos a preocuparnos por eso, es si nos espera una deflación sostenida. A estas alturas, es algo que debería inquietarnos, pero pensamos que la probabilidad de tal inflación es, por el momento, mínima” indicó el economista en jefe del Fondo Monetario Internacional, Olivier Blanchard.
Aún así cabe recordar que los optimistas se han equivocado en sus proyecciones en torno a la actual crisis. Después de todo, hace tan solo un año las tasas de interés a corto plazo establecidas por la Fed, el BCE y el Banco de Inglaterra se ubicaban en el 4% o más; además se creía que EU podría entrar en recesión sin que el resto del mundo se viera afectado. Y ambas cosas han cambiado.
“Así como la economía real era ‘recesionista’ un año antes de que el PIB tuviera un comportamiento negativo, la situación actual de los precios es ‘deflacionaria’, a pesar de que los precios de consumo aún tengan que disminuir a lo largo del próximo año” escribió David Rosenberg, economista de Merrill Lynch. “Estados Unidos vive una contracción crediticia de proporciones históricas” agregó.
Fuente: CNNexpansion
Publicado por: TuDecides.com.mx
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