Desde su aparición hace siete mil años, estimados gracias a restos de viñedos cultivados en el Caucaso con esa antigüedad, el vino se ha convertido en uno de las bebidas más apetecidas por las personas. No importan clase social, color, religión, ni temporada, una buena copa de vino siempre será símbolo de clase y sofisticación.
Sin embargo, ingresar al mundo vitivinícola no es tan sencillo, ya que disfrutar una copa de vino requiere un conocimiento de rituales y términos que no cualquiera maneja, y que sumados a la amplia gama de posibilidades de maridaje que éstos requieren, transforman el consumo de la vid en una verdadera cultura.
Cualquier paladar puede percibir diferencias muy marcadas entre diferentes tipos de vino, en función de la variedad de uva, el clima donde se cultivó y saber hacer de la bodega. Si estás interesado, te invitamos a comenzar este viaje entregándote algunos conocimientos que te convertirán en un verdadero catador.
Escoger el mejor vino
No siempre el vino más caro es mejor, sin embargo, te asegura cierto rango de calidad, pero no “la mejor opción”, ello dependerá mucho de tus propios gustos y de la situación en que lo vayas a consumir. Por eso es importante desarrollar un criterio propio a la hora de valorar cualquier vino.
Cuatro elementos
Existen cuatro factores que impactan la calidad del vino, estos son:
Tierra: el suelo aporta características específicas al vino.
Clima: cuanto más cálido, más potente será el vino, y tendrá más cuerpo y más alcohol. Y cuanto más frío, más ácido y refrescante será.
Varietal o tipo de uva: la variedad de uva es fundamental a la hora de determinar el carácter de un vino.
Elaboración: una vez obtenida la uva, el saber hacer del enólogo es determinante para obtener un vino de calidad: la temperatura de fermentación, el proceso de filtrado y clarificación, la posible mezcla de varietales, el tipo de barrica utilizada para la crianza, entre otros aspectos.
Crianza y evolución
En la barrica: cuando es de roble el vino obtiene taninos y aromas de la madera, que le dan mayor complejidad. Además, la madera tiene pequeños poros que dejan pasar oxígeno, con lo que el vino también va envejeciendo. Sólo los vinos con mayor estructura y concentración pueden aguantar periodos largos de crianza.
En la botella: en este espacio el vino se redondea y perfecciona. Después de unos cinco o 10 años en botella el vino llega a su mayor grado de calidad, luego la calidad del vino empieza a decaer lentamente.
Tipos de vino
Generoso: se trata de vinos de más de 13º o 14º de alcohol, a muchos se les añade más alcohol. Suelen ser dulces, pero también los hay secos.
Tranquilo: tinto, blanco o rosado. Sin burbujas y con menos de 15º de alcohol.
Espumoso: Cava, Champagne y otros. Obtienen las burbujas gracias a una segunda fermentación en botella.
Gasificado: incorporan gas artificialmente, como un refresco. Por ejemplo, el Lambrusco.
La temperatura al servir
Generosos: se sirven aún más fríos, a 5º C o 7º si son secos, y entre 4º C y 5º si son dulces.
Tinto: debe estar entre 16º y 18º C. Si la temperatura ambiente es superior, tendrás que enfriarlo en una cubitera con hielo y agua.
Blanco: su temperatura ideal radica entre los 12º y 16º C. Consérvalo en el refrigerador, y sácalo un poco antes de consumirlo, porque se entibia con bastante rapidez.
Espumosos: Debe estar a unos 8º C. Recién salidos del refrigerador y mantenidos en una cubeta con mucho hielo.
¿Cómo catar un vino?
Catar un vino es aguzar los sentidos para percibir mejor sus características. Para ello, primero debes comenzar por la vista. El color del vino, por ejemplo, te indica su estructura. De este modo, si un vino es muy opaco será más carnoso, y más ligero si es menos denso.
También te permite ver la edad y crianza del vino. Para ello, tienes que fijarte en el ribete (la parte del líquido que pega con el cristal). Los vinos jóvenes muestran un ribete con tonos violáceos, que nos transmite el color puro de la uva. En cambio, un reserva, posee un ribete color teja que es efecto de la oxidación que ha sufrido durante su envejecimiento en barricas.
El paso siguiente será descubrir los aromas del vino. Para ello puedes girar la copa para que el vino desprenda mejor sus aromas. Así descubrirás si se notan más los aromas de la fruta, o si hay olores que vienen de la madera de la barrica.
Ten precaución con los vinos con olores a corcho, avinagrados o de “reducción” (olor a cerrado), puesto que denotan una mala conservación y el probable ingreso de bacterias.
Una vez que has llevado el vino a tu boca, podrás valorar su sabor del vino, y también su untuosidad, textura, grado de acidez (frescura) y grado alcohólico.
Al respecto, las papilas gustativas pueden captar cuatro sabores básicos: dulces, ácidos, amargos y salados. El salado no se puede encontrar en el vino, salvo en el caso de la manzanilla. El amargor viene de los taninos, que pueden dar sensación de sequedad. El grado de dulzor depende mucho del tipo de uva y de la región donde se haya producido. Mientras que la acidez se asocia con una sensación de frescura en el vino.
Para concluir, debes saber que lo mejor de la cata o degustación es la sensación global que nos deja un vino, que muchas veces continúa y se alarga en el tiempo. Es lo que se llama el "recuerdo" de un vino, es decir, la persistencia de las sensaciones.
Y como alguna vez declarara el chef venezolano Sumito, "lo mejor de un vino es la compañía". Ahora sí, a disfrutar
Fuente: www.altonivel.com.mx
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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