La ética en los negocios es (y debería ser) un acto a priori que comprenda a todos los involucrados: directivos, inversionistas, ejecutivos, colaboradores, proveedores y clientes. Se supone que todos ellos se conducirán bajo un protocolo social que implica, no abusar, no engañar, robar o mentir. Sin embargo, la realidad es otra, muy diferente y hasta… cruel.
Antes de comenzar el artículo, es pertinente tener en cuenta estos dos conceptos: ética y moral, los cuales estarán implícitos durante todo el texto.
Por un lado, la ética es una rama filosófica que estudia la conducta humana y las relaciones sociales, analiza lo que está bien, lo que está mal, la felicidad, la virtud, el deber, entre otros aspectos. Mientras que la moral es un rubro aplicable a un grupo social, que en su conjunto adopta ciertas costumbres y normas, mismas que buscan preservar la convivencia y organización humana de manera armónica.
Los 3 enfoques de la ética
Estos conceptos están relacionados con otros campos de conocimiento como la religión, cultura, antropología, sociología, psicología, entre otros.
En ese sentido, la ética abarca un campo de estudio amplio, el cual ha sido sometido al análisis desde diversos enfoques derivando en tres ramas principales:
- Metaética, de carácter genealógico, desglosa los conceptos básicos y el significado de esta asignatura.
- Normativa, que analiza los estándares de la conducta humana, como los códigos civiles, teorías del deber, entre otros.
- Aplicativa. Estudia hechos o situaciones controversiales específicas y su campo de estudio es amplio, abarca la ética profesional, organizacional, ambiental, social, entre otras.
En síntesis, hablar de moralidad y ética puede ser un trabajo laborioso y extenso, por lo que, para efectos de este artículo, sólo hablaremos de la ética aplicativa, específicamente de la organizacional.
La verdadera importancia de la ética en los negocios (triste pero cierto)
Para ilustrar la importancia que tiene la ética a nivel organizacional describiré una breve historia.
Advertencia. Cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia:
Un emprendedor logró impulsar su proyecto que pasó de una micro a una pequeña empresa. Con base en su esfuerzo y dedicación pudo consolidar las bases para que fuese un negocio rentable y con utilidades, incluso más allá de lo previsto.
Siguiendo una lógica natural, este emprendedor conoce los macro y microprocesos que se generan dentro y fuera de su negocio, por ende, se autonombró director general de la empresa.
En su búsqueda de impulsar el crecimiento del negocio, reunió una plantilla de colaboradores que tienen a cargo los procesos operativos y administrativos más importantes.
Perder el piso
Sin embargo, su nivel de jerarquía (y un poco de egocentrismo), le hizo “perder el piso”, por lo que decidió contratar una asistente personal, no sólo para las tareas propias de la empresa, sino para otros fines.
Una mujer joven, atractiva y profesional fue seleccionada. Rápidamente ella se adecúo al ambiente laboral y comenzó a realizar funciones acordes con su perfil.
A los pocos meses, el director empezó a enviarle mensajes para que realizara actividades ajenas a su rol, después, llegaron invitaciones fuera del horario laboral. Finalmente se dieron insinuaciones de carácter sexual. Aquella situación escaló al grado de convertirse en acoso laboral.
La asistente denunció esa situación ante las instancias correspondientes, pero sin las evidencias suficientes, algo que llegó a oídos del director.
Desde su posición directiva, no quiso ser corresponsable de los riesgos que representaba para él y su proyecto, por lo que tomó la decisión de despedirla y eliminar el problema de raíz.
Lo que no consideró fue que la exasistente tuviera el respaldo de sus excompañeros. El ambiente laboral en aquella Pyme se tornó tenso y ríspido, ya que los colabores calificaron de una injusticia el despido de su compañera, además de que no lo “bajaban“ de acosador.
Cucharada de su propia medicina
Los colaboradores presentían que en cualquier momento se cometería otro atropello laboral y que posiblemente perderían su trabajo, además de que estaban condicionados en no apoyar a la compañera con su denuncia.
Esto derivó en que algunos compañeros acordaran “darle una cucharada de su propia medicina al emprendedor”, lo que agravó la situación.
En el negocio empezaron a registrarse casos de robo hormiga, ausencias, poca productividad y aumento de rumores, los cuales impactaron en la rentabilidad del negocio.
En un estado crítico, el emprendedor, se vio obligado a despedir a otros empleados y reestructurar los procesos, así como replantear las dinámicas entre los trabajadores, incluyéndose en ese rubro.
La moraleja de esta historia
La ética y la moral en los negocios, es directamente proporcional a la sostenibilidad del negocio, sencillamente porque se enfoca en uno de los aspectos vitales: las personas (fuerza vital para las organizaciones).
¿Cómo diseñar las directrices de una ética corporativa?
Pensar en ética organizacional aplicada y aterrizada en una situación como la anteriormente descrita nos llevaría a acudir a servicios de una consultora transnacional o un buffete de abogados corporativos que nos ayude a nosotros como directivos tener la capacidad de resolverla sin caer en sanciones legales o administrativas, pero eso no es del todo verdadero.
La realidad es que cualquier emprendedor o directivo puede diseñar su código de ética, definir sus políticas y procedimientos, así como diseñar planes de integridad que transmitan a sus colaboradores la “mejor” forma de conducirse y cuáles serán las sanciones en dado caso de incurrir en un acto no ético o ilícito.
Uno de los primeros pasos es definir la misión, visión y valores, pero no en un sentido meramente burocrático o siguiendo lo que dicta la teoría. Estos documentos deben de ser una referencia para que sus representantes sepan hacía dónde se dirige la empresa, pero algo más importante, cómo y en qué condiciones va a llegar a ese punto.
Otro de los aspectos esenciales es determinar las políticas que se presentan como los lineamientos y directrices que regularán las reglas de conducta dentro de una organización.
No menos importante serán las sanciones y las conductas prohibidas, las cuáles deben de ser rastreables y detectables de acuerdo con los riesgos del giro del negocio.
Los 3 mayores delitos en las empresas
De acuerdo con la edición 2022 de la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas (ENVE) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los tres mayores delitos que sufren las empresas son: extorsión (28.9%), robo hormiga (12.9%) y actos de corrupción (10.8%).
Con base en lo anterior, podemos tener una referencia para clasificar los actos ilícitos y las posibles sanciones que podemos aplicar dentro de las organizaciones.
Por último, es recomendable consultar con un experto, sobre todo para temas especializados como pueden ser: investigaciones corporativas, despidos y sanciones administrativas, además de otras situaciones que se puedan generar en el área de Recursos Humanos.
Beneficios y ventajas de la ética en los negocios
Consultoras como Deloitte, KPMG, EY y PwC, coinciden en que la aplicación de la ética empresarial obtiene resultados reales como pueden ser los siguientes:
Imagen corporativa sólida
Se traduce en la confianza que inspira en los grupos de interés de las organizaciones, esto quiere decir que, al implementar un sistema ético, la empresa se preocupa por las dinámicas sociales que se dan entre sus colaboradores, por ende, crea una imagen sólida y confiable.
Ambiente laboral favorable
La implementación de un canal de denuncia de los actos ilícitos favorece al ambiente laboral, ya que elimina los rumores y da certeza a las voces de aquellos quienes buscan resolver los problemas de una manera acorde con los estatutos institucionales y sobre todo que sean válidos.
Elevar el nivel del compliance
La aplicación de la ética a un nivel corporativo orgánicamente aumenta el nivel de cumplimiento, es decir, que la empresa refrenda el compromiso de responder ante autoridades y ante sus colaboradores.
En el caso de México, las organizaciones que implementan un sistema ético responden a legislaciones como la ley federal del trabajo o especialmente a normas como la 035 que busca prevenir los riesgos psicosociales de los trabajadores.
autorIván Solís Rivera Entusiasta de los negocios, proyectos e innovación. Master en Administración con orientación en Mercadotecnia. Trayectoría profesional: Comunicación y Periodismo. La combinación adecuada para crear y construir contenidos de valor sobre empresas y negocios. Lema: para progresar hay que compartir.
Fuente: Emprendedor / Por: Iván Solís Rivera
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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