Casi la mitad de los empleos en Estados Unidos (46%) está en riesgo y nada tienen que ver nuestros migrantes. Se trata de esas máquinas metálicas, capaces de realizar muchas de las tareas humanas, incluso casarse.
¡Los robots están adueñándose del mundo!
Y no me refiero únicamente a esos velocísimos robots industriales, empleados en armadoras y otras plantas manufactureras, sino también a humanoides, como Pepper, el robot de servicio que MasterCard desarrolló hace tres años.
Investigadores de la Universidad de Oxford y el MIT coinciden en que, en la carrera por conseguir un empleo, los robots están ganando terreno a los humanos. De 1990 a 2007 se perdieron 670,000 empleos en Estados Unidos, que fueron sustituidos por robots. Por cada máquina que se incorporó a un proceso productivo, se destruyeron seis puestos de trabajo y los salarios se devaluaron hasta en 0.75%.
Los empleos más perjudicados fueron las tareas manuales y rutinarias. Los que se salvaron estaban relacionados con actividades de gestión y valor agregado: interacción con otras personas, planeación y toma de decisiones, desempeño en tareas creativas o desarrollo de personal.
Los desempleados
En México, 52% de los empleos pueden ser automatizados; es decir, reemplazados por robots o máquinas. Esto se traduce en 25.5 millones de trabajos de los 49.3 millones analizados en un estudio de la consultora de negocios McKinsey. Estas cifras nos ubican como el séptimo país con mayor potencial de automatización.
Ningún empleo está fuera de peligro, pues casi todas las ocupaciones pueden ser automatizadas en mayor o menor medida. Por ejemplo, en el retail se necesita gente para recolectar y procesar datos, acomodar mercancías e interactuar con clientes. Las dos primeras tareas son altamente automatizables; la tercera, no. Asesorar a una clienta sobre qué vestido le queda mejor requiere juicio, inteligencia emocional y habilidades sociales.
Como el potencial de automatización es diferente para cada actividad, McKinsey analizó el tiempo que los trabajadores dedican a cada una durante la semana de trabajo, y la factibilidad de automatizar esas tareas. Así obtuvo un listado de los sectores más susceptibles a la automatización.
Por ejemplo, en las manufacturas, cargar materiales y empaquetar productos (actividades físicas), y cortar y soldar (operar maquinaria en un entorno predecible), son 90% factibles de ser automatizadas, pero en las funciones de los representantes de servicio al cliente, la factibilidad es inferior al 30%.
En servicios de alojamiento y alimentos, casi la mitad del tiempo de trabajo se destina a actividades físicas predecibles y operación de maquinaria, como preparar, cocinar, servir comida y bebidas, limpiar las áreas donde se preparan los alimentos y recoger los platos sucios. Todas estas tareas las puede realizar una máquina.
En términos generales, las actividades físicas que se realizan en entornos muy estructurados y predecibles (como una planta de manufactura), y la recopilación y procesamiento de datos son más susceptibles de automatización.
Sin embargo, el hecho de que una actividad pueda ser automatizada no significa que lo sea. El dinero también influye.
Los que se mantienen
En el sector financiero, la mayoría de los puestos realiza funciones donde la experiencia profesional y el ingenio son lo que cuenta. Sin embargo, casi la mitad del tiempo de trabajo se dedica a la captura y procesamiento de datos, altamente automatizables. Otras actividades, como operar una grúa en una construcción y tender las camas en un hotel son más difíciles. Ningún robot podría adivinar dónde dejan sus almohadas los huéspedes, al menos por el momento.
En general, las tareas más difíciles de automatizar con la tecnología actual son las relacionadas con la administración y desarrollo de talento o que aplican conocimientos para la toma de decisiones, la planeación y el trabajo creativo.
¿Buenas noticias para periodistas y diseñadores que hacemos revistas? No cantemos victoria: el tráiler de la película Morgan fue creado por un sistema de inteligencia artificial. Analizando el contenido de cientos de tráilers de películas de terror y ciencia-ficción, este sistema “entendió” la dinámica narrativa de los tráilers y seleccionó las escenas más idóneas.
De acuerdo con McKinsey, la interacción humana es una actividad que aún escapa de la automatización. Por eso, el cuidado de la salud y la educación, en los cuales la interacción entre personas es indispensable, tienen un potencial relativamente bajo para la automatización.
Sin embargo, la preparación de alimentos en hospitales y la administración de medicamentos no intravenosos podrían automatizarse, lo mismo que la captura de datos de los pacientes, que demanda gran cantidad de tiempo. Incluso algunas de las actividades que realizan los médicos, como la aplicación de anestesia durante procedimientos quirúrgicos simples o la interpretación de radiografías.
De todos los sectores que McKinsey analizó, la educación es la menos viable de automatizarse.
Fabricar robots
Para las empresas, los beneficios de la automatización son claros: mejor calidad, mayor rapidez y menor costo. La Asociación de Industrias Robóticas, que agrupa a los principales fabricantes de robots, señala que un proyecto de automatización bien planeado, de unos 5 millones de pesos, se puede pagar en dos años, gracias a la reducción de la nómina y a la productividad. Cuando se haya recuperado la inversión, la operación de un robot mediano podría costar unos 10 pesos la hora, y la de un robot grande, 20.
La situación es más complicada para los gobiernos, que deben instrumentar políticas e incentivos que estimulen los avances tecnológicos y diseñar estrategias que ayuden a los trabajadores a adaptarse al impacto en el empleo. Esto incluye creación de puestos de trabajo de mayor valor, capacitación y apoyos para quienes sean desplazados.
La mayoría de los expertos cree que los trabajadores desplazados encontrarán otro empleo, pero será necesario que los procesos de las empresas se transformen y se creen nuevos tipos de trabajo.
El estudio de McKinsey señala que el crecimiento de la productividad que estima –1.4 por ciento anual– solo se logrará si la gente trabaja junto a las máquinas.
La tendencia de envejecimiento de la población, tanto en economías desarrolladas como en emergentes, como la nuestra, también debe darnos tranquilidad. Es más probable que exista un déficit de mano de obra humana que un excedente.
Por el momento, no hay que alarmarse. La automatización no sucederá de la noche a la mañana. La mitad de las actividades laborales podrían ser automatizadas en 2055.
Claro que esto podría ocurrir 20 años antes o después, dependiendo de varios factores: la viabilidad técnica, el costo de desarrollar e implementar el hardware y software; el costo de la mano de obra y la dinámica de la oferta y demanda (si existen suficientes trabajadores, podrían ser menos costosos que la automatización); y los beneficios más allá de la sustitución laboral, como mejor calidad y menos errores. Todos estos factores son más importantes que la simple reducción de los costos laborales.
También deben considerarse la legislación y la aceptación social. Un robot enfermero podría desempeñar algunas funciones del ser humano, pero probablemente los pacientes querrán seguir teniendo contacto con personas.
¿Qué nos queda hacer mientras llega el momento de que los robots nos invadan? Prepararnos mejor, desarrollar habilidades desde edades tempranas para contrarrestar el efecto de las máquinas en el mercado laboral, y promover trabajos de alto valor agregado. Tenemos que centrarnos en nuestras ventajas comparativas, como las habilidades sociales: empatía, capacidad de trabajar con otros y estabilidad emocional.
Participemos en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, y fabriquemos robots. Pero no solo robots industriales, sino robots de servicio que hagan la limpieza del hogar o de las alcantarillas, robots quirúrgicos, de investigación, militares, nanorobots.
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Fuente: www.altonivel.com.mx / Por: Claudia Cerezo
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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