Hace tres años que Jaime González perdió su trabajo como administrador. Hoy, a sus 53, recontratarse ha sido una pesadilla y no por falta de entusiasmo. El mercado laboral tiene sus ‘reservas’ al ser un buscador de empleo maduro.
Siendo honestos, la edad es un aspecto para discriminar. Son muchas las empresas que, pasando los 40 (e incluso 35 años), miran a la gente como si no tuviera nada que aportar en lo profesional.
Te ven como inadaptable, de mente cerrada, un parásito tecnológico, incluso, un anti millennial con dificultades para entender y convivir con otros.
Si lo ponemos en cifras, encontramos que esta actitud no es un hecho imaginario. Es una actividad lacerante (y no sólo en México) para quien tiene, quiere, puede y necesita seguir laborando:
- En 46% de los casos de discriminación laboral, la edad es el motivo, refiere el Consejo Nacional para prevenir la Discriminación.
- Sólo 13% de los empleadores en Estados Unidos reconoce tener programas para aprovechar a los empleados maduros, de acuerdo con datos de la Comisión de Igualdad de Oportunidades (Equal Employment Opportunity Commission) en ese país.
Si el tema es difícil pasando los 35, la condición se pone peor con los mayores de 60. Por ejemplo, el 81.6% de las personas mayores de esa edad carecen de prestaciones laborales, de acuerdo con cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Suena, y digámoslo en toda su expresión, a que mientras mayor edad, más eres candidato a tener trabajos “sólo para acomodarte”, sin mayor impacto.
¿Qué sucede con las empresas?
En México, la Suprema Corte de Justicia estableció en 2015 como inconstitucional fijar un rango de edad para ocupar una vacante laboral, por considerar esto discriminatorio y limitante de los derechos laborales. Además, en la reforma laboral de 2012 se incluyó la no discriminación por edad en la Ley Federal del Trabajo.
¿La realidad? El estigma de la edad marca con frecuencia a las organizaciones y esto se recrudece en algunas industrias donde, además, y contradictoriamente, el relevo generacional es un hecho y se necesitan personas más experimentadas para formar a los jóvenes. Manufactura, transporte, energía y salud, pasan por esta situación en México, y son sólo unos ejemplos.
La Asociación Mexicana por la No Discriminación Laboral por Edad o Género, y especialistas en la materia, apuntan a que en las empresas predomina la idea que una persona más ‘experimentada’ no tiene la misma capacidad de adaptación que un joven. Si profundizamos en las razones, esta colaboración se quedaría corta, porque sobre la edad pesan muchos prejuicios sociales.
Para empezar, un profesionista de mayor edad puede ser visto como alguien a quien se debe pagar, sin objetar, su trayectoria, primer obstáculo en muchas organizaciones. Pero más allá del dinero, otro problema importante es la poca cultura en las empresas para identificar hasta ¿dónde? y ¿cómo? crecer a un profesionista que trae más experiencia.
La planificación y desarrollo de carrera es casi inexistente en muchas organizaciones. Si no soy capaz de visualizar en mi organigrama y en la cultura de la empresa, los espacios que el trabajador ‘maduro’ puede ocupar y haciendo qué, es mucho más fácil llegar al verbo que hoy se practica: excluirlos.
Argumentar que los empleados mayores tienen más riesgo de enfermarse, que no quieren seguir aprendiendo, clasificarlos como poco productivos, es más sencillo y barato. Decisión fácil pero errada, y para ello pienso en dos ejemplos:
1. Los empleados con más experiencia, y el entrenamiento adecuado, se pueden aprovechar para enseñar a personal menos experimentado. También se puede aprovechar su conocimiento del mercado, son buenos para fidelizar clientes, resolver problemas, proponer nuevas líneas de negocio, etcétera.
2. Es gente que trae ‘horas vuelo’, en muchos casos sabe lo que significa hacer eficientes los gastos, incluso pueden estar en modo ‘control de gastos’. ¿Eso no es apto para la empresa?, ¿acaso un joven sabe hacer esto con expertise?
40 y más: ¡Véndete mejor!
Si a los empleados en sus gloriosos 40 y más los tachan de “difíciles’ y algo ‘mandones’, hay que buscar romper con esas etiquetas al plantarse frente al empleador. Recopilando experiencias de quienes se han acercado a compartir su experiencia en esta etapa, hay que estar atenta a estas actitudes:
1. Evitar ‘venderse’ como novato
Ya vales por quién eres y qué has hecho. Eso debe promoverse: reconocimiento del cual gozas en tu actividad, habilidad para conseguir un sí donde otros ven un ‘no’.
2. Cuarentón y sin actualizarse
Cuántas historias existen de personas que estuvieron décadas en un empleo y, sin más, ¡adiós! Hay que tener kit de emergencia con al menos: cv y red de contacto actualizada, lista de headhunters, bolsas de trabajo que oferten puestos para más experimentados.
3. Maduro y sexy para el mercado
Comprobar cómo te actualizas para estar vigente en tu actividad es clave, sino hay ese elemento, es importante buscarlo. Ojo con actitudes como ‘yo trabajo así, qué me enseñará ese jovencito’.
4. En la entrevista
Respuestas generalizadas como “tengo 25 años de experiencia” hacen ver como un ‘empre-saurio’. En vez de recitar lo realizado por años, concéntrate en la experiencia reciente y demuestra, con ejemplos, cuán abierto eres para adaptarte a nuevos esquemas, culturas de trabajo.
Esta etapa también puede un momento más replantearse un proyecto propio, ¿con qué herramientas cuentas para ello?
Fuente: www.altonivel.com.mx / Ivonne Vargas, especialista en Recursos Humanos de Bumeran.com - La autora es especialista en Recursos Humanos del portal de empleo Bumeran.com. Autora del libro ¡Contrátame! Especialista en temas de educación, desarrollo laboral y gestión. Ganadora del Premio por Investigación
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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